Deportes
Perdió el Atlético
Nunca ha sido rentable el enfrentamiento entre el entrenador y la estrella del equipo. Habitualmente suele caer el míster, porque los directivos se suelen inclinar por quien creen que tiene más adeptos. Hay excepciones tan honrosas como la de Fernando Roig, presidente del Villarreal, quien entre Riquelme y Pellegrini optó por éste y acertó. Tampoco Bernabéu se prestaba a los enjuagues. Tenía que haber razones poderosas para que ganara el jugador. El caso más sorprendente de la historia tal vez sea el de Di Stéfano, quien perdió la pelea con Miguel Muñoz.
El caso Quique Sánchez Flores-Diego Forlán va a ser, probablemente, singular porque podría suceder que tras uno saliera el otro. Independientemente de la pelea entre el entrenador y el jugador, no bien explicada, con muchos tonos grises, resulta inexplicable que no permanezca en el club un técnico que tomó el mando con el equipo camino de Segunda y que se marcha después de haber ganado dos títulos continentales: la Liga Europa y la Supercopa, venciendo en este caso al poderoso Inter.
Forlán volvió triunfador del Mundial y pasó por el bache que padecen incluso los triunfadores como él. Era lógico que el entrenador no le diera cancha viéndole en condiciones físicas inadecuadas. Luego influyó el público y el jugador padeció toda suerte de ansiedades y nerviosismos y cada día su labor fue más infortunada.
Si Forlán se queda, la primera labor del nuevo entrenador será recuperarle para la causa. Con Quique tal vez habría sido imposible. Lo lamentable es que no continúe éste. Salió un triunfador.
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