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Así profetizaban en 1981 cómo serían hoy los «hackers»

Un futuro con las vidas informatizadas, en el que la electrónica sustituiría al dinero y los ordenadores velarían por nuestra seguridad. Así vislumbraba «el mañana» un artículo escrito en 1981.

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Cualquier cosa que diga, podrá ser utilizada en su contra. Una enmienda que hace esclavo de sus palabras al periodista y al escritor, sobre todo cuando se publican predicciones de futuro a largo plazo que un día pueden ser rescatadas de la hemeroteca o de viejas ediciones. Aunque, en este caso, las profecías quedaron muy próximas a la realidad en la que vivimos tres décadas después.

Bajo estas circunstancias adivinatorias el texto a doble página «Computer criminals» firmado en 1981 presagiaba «el día de mañana» de la informática. El pronóstico retrataba una sociedad completamente computerizada. Sólo por el titular del artículo, hoy Google arroja 997 noticias publicadas sobre la materia en las últimas horas, un fiel reflejo del acertado vaticinio.

«Se va a acabar el dinero en efectivo, de modo que ya no existirá el miedo a los atracos», anunciaba el periodista. La seguridad quedaría en manos de los ordenadores: «Además, usted no tendrá que preocuparse de que su casa o su coche sean robados; las computadoras los custodiarán, permitirán entrar en él solamente al propietario o a alguien que tenga su permiso», asegura el autor del texto, incluido en el libro «School, work and play (World of Tomorrow)».

El perfil del «hacker»
Echando la vista atrás, el reportaje avanza un particular retrato del pirata informático del futuro (nuestro presente) y de la aparición de nuevas amenazas en el horizonte: «Un tipo de delito que puede existir en el futuro es la delincuencia informática. En lugar de asaltar gente en las calles o robando casas, en el futuro puede que traten de robar el dinero de los bancos y otras organizaciones que utilizan una computadora», profetizaba.

No menos desencaminada quedó la descripción del modus operandi de los piratas informáticos, que «trabajarán desde casa, utilizando su propia computadora para tener acceso a las memorias de los ordenadores utilizados por bancos y empresas hasta lograr interferirlos con el fin de transferir el dinero a su propio equipo sin que el banco o la empresa sepan que ha sido robado».

En 1981 los delitos informáticos ya eran un hecho, sin embargo la figura del «hacker» aún se veía, tal y como refleja la imagen que ilustraba el reportaje, como a un sofisticado espía robando datos a escondidas. Aunque el artículo subestimó el alcance de la actual sociedad de la información y de las habilidades de los piratas informáticos: «Es muy difícil llevar a cabo con éxito el robo en una computadora. Muchas tienen códigos secretos para evitar que acceda nadie más que su dueño. A medida que los ordenadores se utilicen cada vez más, es probable que la delincuencia informática encuentre más dificultades».

Con más lucidez se imaginó el futuro de la Policía, que se especializaría en las nuevas amenazas con unidades preparadas a tal efecto: «Aquí puedes ver (en referencia a la ilustración) una patrulla llegando a la casa de un criminal y arrestándolo mientras éste agarra una casete que contiene los detalles de los crímenes perpetrados desde su ordenador, una evidencia que la Policía utilizará para probar que es culpable».