Historia

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La Barbie asesora por Lucas Haurie

La Razón
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El avispado conductor que puso a una copiloto de pega para circular por el carril de «alta ocupación» no es solamente el penúltimo (y maravilloso) exponente de esa picaresca de larga tradición en el país. Este señor es, ni más ni menos, que un preclaro representante del secular genio español aunque en esta tierra envidiosa y cainita, que se regodea con el encarcelamiento de Nacho Vidal por el simple placer de contemplar la caída de un superdotado, nadie se lo vaya a reconocer. Si fuesen sinceras las intenciones ahorradoras de Chusa Montero, esa importantísima morenaza que pastorea la sanidad andaluza, contrataría de inmediato al susodicho automovilista para plagar de maniquíes los varios miles de despachos que tiene la consejería por toda la región. Un ejército de asesores de policloruro de vinilo acantonados en suntuosos edificios de cartón-piedra, al modo de las aldeas Potemkin, que le diesen a la administración regional el lustre requerido sin menoscabar sus finanzas y, permítaseme decir, con idéntica productividad a la actual. Aparte del aspecto económico, tiene otras ventajas el contar con maniquíes en lugar de con un séquito de carne y alma, gente que en cualquier momento rompe a hablar e incluso, los más osados, a pensar. Con lo molesta que le resulta a un gerifalte político la autonomía intelectual de sus subordinados. Eso sí, habría que cambiar la ley electoral para dotar a los muñecos del derecho de sufragio, así, de camino, se combatiría la abstención.