Tarantino visita el Ulster

Algunos autores jóvenes vuelven sobre los clásicos de la novela negra atraídos por la negrura y violencia de los maestros del «hard boiled». Ese es el caso del irlandés Stuart Neville, que deslumbró con «Los fantasmas de Belfast» y ahora reincide con una nueva entrega, «Complicidad», piropeada por James Ellroy así: «Este tipo sí que sabe escribir». La negrura no es tanto por las enmarañadas tramas, algunas tan dislocadas que desafían el sentido común, sino por la inmoralidad con la que actúan los criminales, en connivencia con policías corruptos, y la espiral de violencia que enmarca este género policíaco en el que hasta el detective bascula en esa fina línea que separa el delito de la ley. El atractivo del mal.

Ajustes de cuenta
Neville escribe con una prosa más rasposa que el papel de lija. Enhebra diálogos contundentes como hachazos. Frases que transmiten la violencia física y el sadismo de la novela. Repleta de escenas que tienen el sabor agrio del mundo que describe: el actual periodo de paz en el Ulster, el auge de las bandas de lituanos, los ajustes de cuentas entre ex terroristas lealistas y republicanos y, manipulando la escena, la policía corrupta y los servicios de inteligencia.

El «hard boiled» es un género excesivo, con tipos duros que viven en un mundo de una violencia hiperbólica. La lógica del relato exige una diégesis sólidamente armada. Neville es un maestro en estas tramas y en la creación de personajes complejos, en especial los malvados y sicarios. Tan desmesurados que, pese a su crueldad, el lector acaba identificándose con ellos. Ahí se nota la influencia de los Cohen y los locuaces asesinos a sueldo de Tarantino. Pero es en la pluralidad de voces donde se advierte el estilo de Ellroy.

En «Complicidad» todo es macabro y desquiciado. No hay nada ejemplar excepto el empecinamiento suicida del trío protagonista, que se alza como la única forma de redención en un mundo sádico, dominado por la corrupción ins-titucional y sin otra salida personal que la muerte o la aceptación del mal. Brilla la sinrazón del detective que asume el sacrificio de saber la verdad y del sicario que, atormentado por su violento pasado, ansía cierta purificación. Ninguno se resigna al silencio y acabarán pagando su pírrica victoria.

Sobre el autor
Excelente prosista y sobrio narrador de «thrillers» de una violencia purificadora
Ideal para...
lectores amantes de las truculencias del «hard boiled» y los personajes megaduros
Un defecto
La reiteración en las escenas finales, más allá de su lógica
Una virtud
La concisa y áspera prosa de la que hace gala en la novela
Puntuación 8