Hollywood
«Doña Letizia tiene una silueta que se puede permitir todo»
La Fundación Mapfre inaugura «De la calle a las estrellas», una retrospectiva dedicada a la obra del «enfant terrible» que revolucionó la alta costura
Es difícil ver a Jean Paul Gaultier. Está delante, apenas a un metro, pero resulta complicado distinguirle. Los focos de las cámaras de televisión y los flashes de los fótografos no paran de reflejarse en su rostro, que llega a nosotros, entre destellos intermitentes, como si estuviéramos en una discoteca y no en la sala de una exposición. El diseñador permanece rodeado de asesores, amigos, periodistas, invitados, gente que no se sabe demasiado bien quién es. Hacerle una entrevista a él es igual que hablar con todos ellos a la vez. Detrás, a su espalda, están los trabajos que realizó bajo la influencia del movimiento punk que descubrió en Londres. «Yo iba a los conciertos a ver a The Clash, a The Sex Pistols». Los maniquís de la sala lucen, por eso, crestas, aunque durante esos años los punkies no se cortaban el pelo de esa manera. Eso llegaría después. Pero ahí están esos figurines con las chupas de cuero, camisetas y pantalones que reimaginó a partir de su mirada este renovador de la moda. Este «enfant terrible» asaltó las pasarelas desde un autodidactismo doméstico, impulsado por una pasión primera, casi adolescente. Y el apoyo, por supuesto, de esa abuela, Marie, que alentaba a su nieto y que dejaba que le peinara –en una de las vitrinas de la muestra, que reúne 110 modelos de alta costura y 50 bocetos, se muestra su otro gran recuerdo de esa época, el oso de peluche de la infancia, por el que siente aún devoción–.
–¿Todavía se fija en la calle? ¿Qué vio en ella que tanto ha repercutido en sus colecciones?
–En general, todo mi trabajo está influido por la calle. Mucho más, en un principio, que por la cultura. Lo que yo pretendía era mostrar la belleza que había ahí fuera, que era diferente, pero que también era belleza, aunque fuera extraña. Como diseñador, debo estar al corriente de las diferencias y los cambios que se producen en la sociedad, porque yo quiero aprender de todos esos cambios que surgen de repente, de los miedos y los deseos de las personas y que emergen de repente en ellas. Todo lo que pasa ahí fuera lo debemos pensar muy bien para luego trasladarlo a la visión que aporta la moda, a los usos que promueve. Debemos estar al corriente de los sueños de la gente.
A Gaultier le bastarían las manos para poderse expresar en todos los idiomas del mundo. Aunque, que sepamos, habla francés, inglés y un español-italianizado o un italiano-españolizado –es difícil aquí discernir la barrera–, con el que se hace entender. Pero resulta tan cercano, que lo de las barreras lingüísticas debe ser una cosa que no funciona con él.
–Usted ha vestido a Madonna y Lady Gaga, las reinas del pop. ¿No le gustaría vestir a una princesa real, como Doña Letizia?
–¿Vestirla? ¿Yo? (Risas). Doña Letizia es muy guapa y elegante. Si se presta la ocasión, ¿por qué no? Pero, en su caso, creo que debería ser un poco más formal, aunque ella tiene una silueta que le permite ponerse de todo.
–Usted ha hecho énfasis en cómo la ropa determina la actitud de la gente. Reivindica ese aspecto psicológico.
–Yo siempre escuchaba a mi abuela. Recuerdo los consejos que les daba a sus amigas para que se fijara en ellas su marido o por lo que fuera, y les decía: «Ahora córtate el pelo, ponte esta ropa». Cómo te vistes repercute en los otros como en ti mismo. Una persona con una chaqueta puede verse formal y con un traje, preparado para la seducción. También indica si eres frágil o la procedencia social. el vestido, traducido a su época, habla de los temores y esperanzas de esa sociedad, igual que la arquitectura refleja su época. Con la moda puedes comunicar también eso mismo.
–Yves Saint Laurent les dio pantalones a las mujeres; usted, falda a los hombres. Usted saca lo masculino de ellas y lo femenino de ellos.
– Yves Saint Laurent hizo eso por las mujeres. Pero yo mismo les he dado a ellas esos corsés con conos para que puedan seducir, sentirse fuertes. Pero es que también había que equilibrar la balanza. Y es que yo creo que los hombres son capaces de llorar y que, por qué no, pueden seducir igual que ellas lo hacen. También los hombres tienen su lado femenino. Con la falda que diseñé, lo que pretendía era liberarlos del chaleco, de la chaqueta, de esos pantalones al uso, ¿recuerdas? Y perseguía, además, romper con ese cliché que existía antes y que afirmaba que ciertos hombres, afirmaban algunos, eran ambiguos sexualmente por vestirse con algo o que eran homosexuales por vestirse con algunas prendas determinadas.
La meca del cine
Jean Paul Gaultier ha vestido a modelos y actrices. Ha trabajado para Almodóvar (los trajes están en la exposición) y ha vestido a Marion Cotillard. Pero él está con Hollywood. «No me gusta la alfombra roja de los Oscar. Antes, yo veía vídeos en los que George Michael o Sting llevaban mi ropa. ¡Se la habían comprado y la lucían porque les gustaba! Y eso me encantaba, que les atrajera lo que hacía. Pero en este momento, hay muchos que pagan para que una persona luzca su traje en un cóctel. Eso no me gusta. Yo no voy a entrar en eso. Una cosa es que te llamen para pedirte una cosa prestada, momentanea, pero no se puede pagar». En la imagen, uno de los diseños de la colección que presentó esta semana durante la Semana de la Moda de París.
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