Elecciones
La pesadilla de otro 13-M
Los que ya capitanean a trompicones y de forma cutre la acampada en Sol no buscan un golpe a la línea de flotación del sistema. Dejémonos de apreciaciones falaces y de correcciones políticas que pueden resultar suicidas en este tiempo crucial que atraviesa España. Los cabecillas están como locos por reeditar aquella negra jornada de coacción antidemocrática que desembocó en lo que la propia extrema izquierda anunciaba estruendosamente: no la derrota de Rajoy en las urnas sino el derrocamiento del PP de Aznar, al que se consideraba el faraón de un régimen corrupto.
Estos agitadores son los hermanos pequeños de aquellos, trasteando el twitter, brujuleando en el facebook, igualados en el analfabetismo y en el botellón, pero con la inquebrantable vocación de cosechar otro éxito en la vieja fórmula de la agitación de masas. Y lo que es más desasosegante, con el precedente de aquellos miles de españoles que bajo el shock del 11-M se dejaron arrastrar con el firme ánimo de castigar a un gobierno embustero, sin saber estas almas cándidas que los engañados eran ellos. Ahora se busca lo mismo: la manipulación y la intoxicación como estados a los que se puede llevar a grandes núcleos de población en cuestión de horas. Y la meta es calcada: la prohibición del ejercicio del poder a aquellos partidos conservadores y liberales, como el de Rajoy, que hace siete años tenía que ser sacado de La Moncloa por las buenas o por las malas y al que ahora, con esas mismas artes, se le va a tirotear para que sólo con sangre, sudor y lágrimas recupere el poder. El mensaje es atronador, y deben verlo antes de que sea tarde los incautos o los bobos que están siendo utilizados como ganado o bulto por los que quieren movida mañana. Y de las buenas. Otro «happening» con mucha marcha contra la derecha y contra la banca. Otro falso ejercicio de civismo.
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