Londres

«Teleurbi et teleorbi»

La Razón
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Lunes, 22: comparación
Empezaron las comparaciones. Inevitables. ¿Quién es mejor, Cristiano Ronaldo o Messi? Un aritmético catalán, ateniéndose a los números, opina que el argentino: «En lo que llevamos de Liga –escribe–, Messi ha chutado 49 veces a gol y ha marcado 13 tantos; Cristiano Ronaldo, que suma un gol más, 14, ha necesitado sin embargo 90 remates». Messi, según otro analista, regatea como un extremo, ve la portería como si la tuviese grabada en la retina y hace goles como un ariete y que qué es esa paparruchada de que es un falso ariete. Para este mismo analista, Cristiano Ronaldo es una fuerza bruta –también técnica, por supuesto– de la naturaleza: como los volcanes, impone mayormente por su explosividad.
Esta semana, si se hiciese un sondeo nacional, saldría que el tema prioritario de conversación de los españoles es el choque de los goliats Barça-Real Madrid, no las elecciones catalanas.

Martes, 23: brotes

No sea usted, Ángel María Villar, como ZP.
–¿En qué no debo ser como el señor presidente del Gobierno?
El señor ZP, como usted sabe, cuando, por diluviar bíblicamente, se le aconseja: «Señor presidente, póngase usted el chubasquero, no salga usted a correr sin él, que mire usted la que está cayendo», contesta enojado: «¿Qué está usted diciendo? Observe cómo brilla el sol y cómo refulge el brillo de los brotes verdes».
La Liga de las Estrellas, señor Villar, empieza a ser una «mierda» de dos cocodrilos, cuatro o cinco lagartos y el resto lagartijas, y eso no es una Liga, señor Villar: eso, señor Villar, es la demolición de la Liga como Dios manda, que Dios, por cierto, está muy furioso con ese vengativo y jurásico beduino (cero en arte, claro es) que se quiere cargar la Cruz del Valle de los Caídos.
Señor Villar: no sea usted brote verde, no haga usted el brote verde. Reaccione ya.

Jueves, 25: Hitchcok

Rafa Nadal es el Hitchcock del tenis. Cada partido suyo es una hiperdosis de suspense. ¿Ganará, perderá, qué le pasa hoy, se rehará? Admiro con muchísima admiración su tenis, su mentalidad y su capacidad de sufrimiento, porque sufre. «Sufro sí y, a veces, mucho», confesó una vez. Y yo. Veo en la televisión de todo, fútbol, atletismo, baloncesto, en fin, cuanto puedo. Y todo lo veo con el tic-tac del corazón sereno y sin angustia. Con Nadal, no. Nadal me altera las constantes vitales del sosiego y la objetividad. ¿Por qué? No lo sé. Por lo tanto, gane o pierda en Londres, Nadal seguirá siendo el más admirado entre mis admirados.

Viernes, 26: «Teleurbi»

El lunes (29-N), tras las «erecciones» catalanas (lo digo por los vídeos pornos), el «orgasmo» del primer clásico del siglo XXI. Si el fútbol es un sistema de juego (el Barça) y un pensamiento organizado (el Real Madrid), no veo, insisto en ello, un ganador claro. En la «Champions», el otro día, el Real Madrid ligó un póker, 0-4 ; el Barça, un trío, 0-3. Partido «tele- urbi et teleorbi habemus». En la Ciudad Condal, donde estoy, en lo único que han coincidido los seis candidatos a la presidencia catalana ha sido en dar vencedor al Barça. ¿Ven cómo no exagero cuando escribo que el fútbol y El Corte Inglés unen sin fisuras en España lo que separan los políticos con sus celos dogmáticos y su hambruna de Moncloa?

Sábado 28: estilo
En el fútbol, que diría Oscar Wilde (hizo sus pinitos con guantes de boxeo), lo principal es ganar con estilo y lo esencial, no perder jamás el estilo. Cristiano Ronaldo está haciendo oposiciones al otro «Pichichi», al de la antipatía. Eso de «si no les gusto, que no me miren» es zafio. Cristiano, como futbolista, es un jugador notable. ¿Qué gana por lo tanto con la jactancia de la chulería? El jaquetón cae siempre mal socialmente y Cristiano no debe olvidar, además, que juega en el Real Madrid, el club del señorío. Y el mejor club del mundo del siglo XX.