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Camelo laico por Carlos Rodríguez Braun
Señal de modernidad es el laicismo: «Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa». Llevamos más de dos siglos con este camelo, que se ha traducido en hostigamientos a la religión, en particular las judeocristianas, en el acoso a los símbolos religiosos, y en la propaganda constante que procura pintar a la Iglesia como una banda de perversos y abusadores que no han superado el neolítico. Y es un camelo, porque los enemigos de la religión son con frecuencia también los enemigos de la libertad, y su prédica contra «el poder de la Iglesia» no propicia la libertad humana sino el sometimiento a un poder incomparablemente más usurpador e invasivo: el político y legislativo. En un trabajo reciente, Matthew Frank evocó al destacado clérigo cristiano norteamericano Richard John Neuhaus, que fue primero pastor luterano y después sacerdote católico («Individual, Community, and State: How to Think About Religious Freedom», Imprimis, septiembre 2012, http://goo.gl/4nn2Z). Neuhaus escribió en «The Naked Public Square» en 1984: «Cuando la religión es reducida a nada más que una conciencia privada, el espacio público sólo tiene dos actores: el Estado y el individuo». Esto es exactamente lo que pretenden los socialistas de todos los partidos con su laicismo supuestamente progresista: dejarnos solos e indefensos frente al aliento letal del poder.
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