Aventura
La utopía brasileña
Aunque no es época de carnaval, Río de Janeiro bien merece una visita. Quien llega a la ciudad pronto descubre que la agenda está llena de tareas –motivo de orgullo de la población local–. Aquí no hay hueco para el aburrimiento, pues siempre hay algo que hacer o ver, ya sea una exposición, un espectáculo teatral, un show de danza y de música o eventos deportivos de cualquier índole. Todo ello sin olvidar sus centros culturales, museos, iglesias, teleféricos y playas, muchas playas.
El benévolo clima del que presume la ciudad, caliente y agradable durante todo el año, convierte a Río de Janeiro en el destino idóneo para sacar el máximo partido a la playa. No en vano, aquí se hallan algunas de las mejores del mundo, como la archiconocida Copacabana o la agitada costa de Ipanema. Resulta obligado bañarse en sus aguas, aunque basta con darse un paseo por su arena para empaparse del divertido y agitado estilo de vida del carioca, pues está íntimamente ligado al litoral.
Pero tampoco debe faltar una visita al Cristo Redentor, merecidamente elegido por los moradores de la ciudad «La Maravilla de Río» e imagen de la fe y de la simpatía del pueblo brasileño. Los 20 minutos de trayecto en tren que encumbran al viajero hasta arriba nos permiten disfrutar de una panorámica única. Aunque las vistas desde el teleférico de Pan de Azúcar tampoco defraudan.
Las compras son otro de los básicos de Río, pues es la quinta ciudad de Suramérica donde se concentran los centros comerciales más importantes del mundo, como Shopping Leblón o Sao Conrado Fashion Mall.
Lejos del ajetreo de la urbe, también hay hueco para una escapada más natural. Angra dos Reis es considerado el paraíso ecológico y cultural de la Bahía de la Isla Grande, también conocida como Costa Verde. Su bahía de aguas claras hace las delicias de quienes practican buceo.
Más información en la página web www.visitbrasil.com
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