Bruselas
Sí o sí por César Vidal
El amable lector recordará que, hace ya unas semanas, le conté cómo un financiero asentado en Estados Unidos afirmaba rotundo que el Gobierno de Rajoy no iba a tener cien días de gracia fundamentalmente porque esos y muchos más los había agotado ya ZP. Me hubiera gustado pensar que el banquero se equivocaba de medio a medio tanto en esa apreciación como en otras. No ha sido así. Hace apenas unas horas, Bruselas ha dejado de manifiesto que, si acaso, se había quedado corto. Bruselas ha comunicado de manera tajante al Gobierno español que, al cabo de un mes, ya no le quedará más tiempo para llevar a cabo reformas que considera, con toda la razón, esenciales. El Gobierno de Rajoy, naturalmente, ha alegado que se ha apresurado a subir los impuestos a los españoles y que ha anunciado recortes y Bruselas le ha dado una palmadita en la espalda reconociendo el valor de los gestos, pero, al mismo tiempo, le ha dicho con firmeza que esas acciones no son suficientes. No sólo eso. Tampoco hay más dinero para fomentar alegrías en el mercado e impulsarle a comprar nuestra deuda.
El camino que hay que seguir resulta obligado porque este Gobierno tiene una «amplia mayoría» y, por añadidura, es obvio. Las reformas relativas al mercado laboral, al sistema financiero y al gasto público tienen que ser acometidas sin más dilación, todo ello, por supuesto, unido a la aprobación de los Presupuestos. Puede o no puede gustar a los sindicatos, a la patronal o a la cúpula del Partido Popular, pero o se acaba con la rigidez del mercado laboral que arrastramos desde la época de Franco o acabaremos el año con seis millones de parados, con los indignantes tomando plazas y callejuelas y con los votantes del PP sumidos en la frustración. Puede o no gustar a los politburós de cajas de ahorros con agujeros como la fosa de las Marianas, pero o se pone orden de una vez en cajas y bancos o acabaremos con una crisis del crédito aún superior a la actual que ya es decir. Puede o no gustar a los nacionalistas, a los titiricejas y a las taifas autonómicas, pero o se acaba con el despilfarro autonómico –sólo Esperanza Aguirre lleva las cuentas como Dios manda– o lo de Grecia van a ser unos ejercicios espirituales ofrecidos por ursulinas en comparación con el panorama que nos espera el año que viene.
Puede o no gustar a Rajoy y a Carme, a Toxo y a Rato, a Cándido y al lucero del alba, pero ésa es la realidad indiscutible en la que vivimos y o se ejecutan las reformas o ya podemos olvidarnos de ver la salida del túnel en esta década. Es sí o sí.
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