Murcia
Rituales de precisión
Título a título, Amargord se va confirmando como una de las editoriales más intensas, atractivas y sorprendentes del panorama poético en castellano. Hace algunos meses, ya dio un golpe de autoridad en la mesa con la publicación de Series, de Andrés Fisher. Ahora le toca el turno a Ritual, el último poemario de Ernesto García López. Una de las señas de identidad de esta editorial –perfectamente visible en los dos volúmenes mencionados- es la apuesta inteligente por la poesía aforística –o si se prefiere, por el aforismo poético. En un contexto social y cultural como el que vivimos, en el que hay sobreproducción de todo –incluido, por supuesto, de palabras-, la economía de medios, la precisión matemática a la hora de expresar una idea hasta en sus decimales más insignificantes, se ha convertido en una de las tablas de salvación de la poesía.
Muchos son los versos que puntúan sobrecogedoramente la lectura de este texto. Por citar algunos de los más sobresalientes: «La desaparición no es una excepción incontrolable. Se trata /de la norma»; «Despojarse. Preguntar por la desolación»; «Necesitando absolutos»; «Acabaron aceptando nuestra tesis. Lástima que antes / desautorizaran su origen»; «Otra ausencia levantada por nadie»; o también «Otra cosa el dolor (¿te acuerdas?) / del que sabemos tan poco / y es tangible / y muerde».
Esta breve selección permite apreciar lo que es la poesía de Ernesto García López: seca, con una de sus raíces hundidas en la tierra fértil de una melancolía austera, atravesada por un nihilismo sin perfume alguno, y directa –demasiado para la ortodoxia circunvaladora tan frecuente en la expresión contemporánea. Es muy difícil rescatar de las decenas de libros que ven la luz en estos días unas cuantas frases que te afecten intelectual y emocionalmente en la manera en que lo hacen aquellas que acaban de ser citadas. La mayoría de las palabras que llegan diariamente a nosotros están muertas, son lugares comunes tan frecuentados que produce rubor el simple hecho de que por enésima vez se hayan vuelto a imprimir. Hablamos sin querer decir nada concreto, arrimándonos a los puntos calientes de la sintaxis en la espera de que la frase resultante «tenga fuerza». Me da asco este tipo de actitud: más cobarde incluso que el silencio. E ahí que la poesía de Ernesto García resulte tan asombrosa e incomodamente reconfortante.
*Consejero de Cultura y Turismo
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