Nueva York

Pons hace mutis en la «vehemente» ONE tras nueve años de «debes» y «haberes»

Sin ser la Filarmónica de Nueva York, cuyos directores ensayaban con revólver "por si acaso", la Orquesta Nacional de España tiene fama de "vehemente"pero su batuta durante nueve años, Josep Pons, ha afrontado feliz el "riesgo"porque, ha revelado en su despedida, la "entrega"de la formación es enorme.

En 2003, aunque la Orquesta Nacional de España (ONE) no llegara al extremo de "masticar directores y escupir los huesos", tenía "mucho carácter"y lo expresaba en un conflicto laboral largo "e sostenuto"debido a un "galimatías administrativo", con el que Pons, primero que aunó la dirección musical y la artística, tuvo que bregar en largas sesiones de conciliación.

"Es una orquesta vehemente pero con ganas de hacerlo bien. Su leyenda negra le ha hecho mucho daño y a mí nunca me han hecho gracia tantas risitas", ha señalado el director en su despedida de los medios.

En estos casi diez años, Pons (Puig-reig, Barcelona, 1957), que se hará cargo de la Orquesta del Liceo en la siguiente temporada, ha abierto el repertorio y la actividad de la Orquesta, ha emprendido una fructífera relación con el mercado discográfico y ha conseguido "internacionalizarse"con iniciativas como la "Carta Blanca".

"Quince kilos más, tres cólicos de riñón, pastillas para la tensión y canas"en el "haber"pero también "alegría y satisfacción"por un trabajo "que no ha sido empresa fácil"es el equipaje que se lleva en la "mochila"Pons.

Sus objetivos principales, asegura, están cumplidos, porque como "sembrador, que no recolector", quería buscar "un sonido", "el equilibrio"y "la apertura"que dará frutos "en los próximos años, cuando esté en la cima más alta".

"No ha sido fácil en el aspecto humano porque he tenido que tomar muchas decisiones. Es muy duro decirle a alguien que prescindes de él pero he encontrado mucha generosidad. Ahora la ONE está mucho más preparada para un relevo generacional", revela.

Cuando llegó se empeñó en diseñar para la ONE un proyecto, "una estantería", que "ya se vería"con qué "diccionarios"se llenaría y en "dejar de ser noticia por los conflictos para serlo por una concepción moderna", algo que cree conseguido.

"Necesitábamos ser queridos, un cambio que hiciera olvidar que estábamos en conflicto", dice.

En su "debe", admite, figura no haber podido mantener el Festival América-España, "una de las primeras víctimas de la crisis", el de música de cámara, los grupos "con denominación de origen"o algunas giras tan ambiciosas como las programadas en Shangai o Estados Unidos.

"Hemos tropezado con la crisis y con la farragosa estructura de la Administración. Nuestros jefes son tres ministerios. El de Cultura es nuestro aliado pero Hacienda y Administraciones Públicas...", ha lamentado.

Sí presume del "gran proyecto pedagógico"que han consolidado, o del discográfico, con discos como el de Tomatito o Patricia Petibon.

También se rejuveneció la Orquesta, con 41 plazas más, pero no así el Coro, que sólo renovó tres, "por no hablar"de que en todo este tiempo nunca han vuelto a tener el presupuesto del que gozaba la Orquesta en 2000: 4.771.000 euros.

"En 2001 bajó a 4.722.000 euros y cuando yo entré eran 3,7 millones, los mismos que ahora. Espero no ser un pájaro de mal agüero y que pase lo mismo en mi nueva casa, el Liceo", ha bromeado.

No tiene "galones"desde agosto y aunque el anterior responsable del INAEM, Félix Palomero, había asegurado que Pons participaría "decisivamente"en el proceso de selección de su sustituto todo eso ha quedado superado "por las circunstancias".

"Félix me pidió que me quedara dos años más pero a mí nueve me parecen suficientes. Acordamos que aunque el contrato terminaba en agosto habría una extensión hasta este mes. El plan era que saliera a concurso la dirección artística y que el elegido nombrara al director musical, pero no se autorizó el concurso y después se convocaron las elecciones y tampoco se permitió contratar a nadie. Se paró todo y más no puedo decir", explica.

En la actualidad es Ramón Puchades quien asume todas las competencias. "El que venga debe hacerlo con el propósito de que la ONE se enamore de él y vivir un largo idilio", aconseja.