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HAraujo y JP Cardenal / Autores de «La silenciosa conquista china»: «Los chinos no negociarán impondrán su voluntad»
–La Primavera Árabe dio a entender que no eran buenos tiempos para las dictaduras, pero la expansión china en el mundo indica justo lo contrario.
–En China, el Partido Comunista sigue ejerciendo su poder con mano de hierro en su país, como demuestra la actual oleada de represión que hay en el país para evitar, precisamente, que haya un contagio de la Primavera Árabe. En cuanto a su expansión internacional, la crisis ha llevado a muchos países a echarse en brazos de China, lo que ha brindado grandes oportunidades a ésta y ha acelerado su conquista. En estos tiempos de crisis a nadie le importa que China sea una dictadura.
–¿Cómo podría ejercer Pekín su poder hegemónico?
–La pregunta del millón es cómo administrará China su poder cuando sea una verdadera potencia mundial. Si tenemos que atender a cómo ejerce el poder con su gente, no podemos ser muy optimistas. Si atendemos a cómo se comporta en el Mar de la China Meridional, donde tiene abiertos varios conflictos de soberanía, tampoco. Por otro lado, Pekín está desde hace años incrementando sus capacidades militares de forma significativa. Salvo que el régimen chino evolucione en los próximos años, lo normal hoy es pensar que China no negociará, sino que impondrá su voluntad.
–Su inversión en países extranjeros favorece a las élites locales. ¿Puede surgir un resentimiento social hacia este colonialismo?
–En muchos países, más allá de las cifras y los discursos oficiales, sus poblaciones acusan a China de ir a sus países a expoliar los recursos sin dejar valor y a implantar sus bajos estándares. Eso explica que, pese a sus millonarias inversiones, en muchos lugares China no sea bienvenida, al ser percibida como neocolonialista.
–¿El crecimiento chino es respetuoso con el medioambiente?
–En su propio país, China está tomándose el asunto medioambiental de forma mucho más seria, consciente de que la situación es insostenible. Sin embargo, cuando salen fuera, esa sensibilidad desaparece. Por su escasa sensibilidad medioambiental y por su magnitud, China es un peligro para la salud del planeta.
–La crisis internacional ha reforzado a las autoridades de Pekín. ¿El éxito económico fomenta el liderazgo político?
–Por la crisis muchos países ven a China no sólo como la mejor alternativa, sino como el modelo óptimo que mejora la receta occidental. En términos de eficacia, nadie duda de que una dictadura siempre es mejor para el desarrollo; pero, ¿qué pasa con los efectos secundarios? ¿Qué pasa con los abusos? Un buen ejemplo es el llamado «milagro chino» de China durante los últimos 30 años. Es «milagro» porque la ecuación no incorpora los efectos secundarios; si los incluimos, no hay tal milagro.
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