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El Waka-Barça

La Razón
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El parroquiano levanta la mirada del periódico en el bar, le da un mordisco a su cruasán tras haberlo mojado en el café, da un golpe con el llavero en la barra y proclama: «Ya está. La única que puede conseguir que el Barça no sea este año campeón de liga, campeón de Copa, de Champions, campeón de todo, es Shakira».

Su gran descubrimiento apenas tiene más eco que un gruñido en el bar, pues la parroquia ya hace tiempo que está acostumbrada a esperar milagros externos cuya influencia pudiera provocar efectos de interés general para el madridismo, entre los cuales tuvo su momento de curiosa esperanza el rumor de la aparición de esa bomba de relojería, la cantante de las nalgas y pechos de oro, lo que se dice un arma de expansión masiva introducida en el vestuario azulgrana.

La imagen tiene su punto antropofágico cuando se ve a la estrella carnal y más que vivida capaz de merendarse un defensa sin necesidad de mondadientes, vivida en cientos de aventuras y sensual hasta la médula que le proporciona esa capacidad para tener sacudidas de solomillo de alto voltaje y estremecimientos pectorales de palmo. Ante esto un maromo con cierto aspecto de pánfilo como Piqué sólo puede asistir a su propia ceremonia de inmolación erótica cayéndosele la baba, moviendo el culo, invitando al don de la ebriedad como en su último cumpleaños: «¡Vamos juntos, compañeros!» a participar en la gran ordalía.
 
Pero no, amigos. Como cada vez que se habla de una mujer fatal que va a hundir la esgrima de un boxeador, el alma de un torero, las facultades de un futbolista, Shakira no va a hundir al Waka-Barça esta temporada. Como mucho lo agitará con un juego más alegre y zumbón, en contraste con la gélida belleza de la novia de Cristiano, Irina Shayk. En este deporte que al final es pasarela o escenario de influjos más allá de la pelota.

«Pues bueno», rezonga el parroquiano: «Entonces sólo lo puede hundir su presidente, ese atontolinado con cara de pasmo, Rossell, en compañía del señor Mas, diciendo que van a ganar 5-0 en la Copa por no perder la costumbre».

Y ahí todos asienten. Y hasta Shakira le da una de nalga en los mofletes.