Campo de pruebas

Zapatero, que siempre juega a medio plazo, cuenta entre sus principales prioridades y es una de sus máximas preocupaciones dar una nueva proyección al agotado PSOE de Andalucía, un bastión sin el cual el Partido Socialista a nivel nacional carece de futuro alguno. Para ello, empleando su mejor estilo («como sea»), sacó hace año y medio al caduco Manuel Chaves de la Presidencia de la Junta consolándolo con una degradada Vicepresidencia Tercera del Gobierno, humillación que ahora consuma poniéndole por delante al vasco Ramón Jáuregui, número dos de facto del nuevo ejecutivo. Pero, volviendo a Andalucía, como la solución Griñán no le terminó de convencer nunca, y las encuestas así lo confirman, muy pronto ubicó en Sevilla a una mujer de su confianza, Mar Moreno, quien, si un mal resultado en las municipales así lo aconsejara, podría ser perfecto recambio de cara a 2012. El problema es que en el Consejo de Gobierno de la Junta había otra mujer de larga trayectoria, querida por las cámaras y por los micrófonos y excesivamente cercana a José Antonio Griñán: Rosa Aguilar. Y, pretendiéndolo o no, Aguilar y Moreno podían incurrir en la tentación de eclipsar la una a la otra trabajando tan de cerca. En realidad en el campo de pruebas que es siempre la política para Zapatero había una tercera bola andaluza en el aire, Bibiana Aído. Sin embargo su defenestración de ayer demuestra que el presidente la considera inservible por ahora como revulsivo del PSOE del sur. Así pues el movimiento no está exento de cierta lógica. Liberada de la sombra alargada de Rosa Aguilar el perfil de Mar Moreno queda algo más nítido y, privado de una persona de su confianza, el poder de Griñán es hoy algo más débil. Ahora bien, la elevación de la cordobesa no ha de ser necesariamente interpretada fruto de una patada porque si brilla convenientemente en el Foro, a diferencia del fiasco de Aído, también podría ser carne de unas hipotéticas primarias. En el entendido, claro, de que Zapatero ya ve a Griñán como carne de cañón.