Londres
Estopa actualizando software
Son una especie de monstruo bicéfalo. Cada cabeza es capaz de hablar a una velocidad insospechada, mantener el ingenio el tiempo que haga falta y completar las frases de la otra cabeza. Y seguir hablando de fondo.
Puede ser porque empezaron haciendo canciones en la misma habitación con las camas gemelas, «como Epi y Blas», y siguen haciéndolo en la buhardilla de David. Un sitio acogedor, es decir dos sofás frente a frente («o ‘‘soface to soface''») y unos «biosolanes» para beber. Ése ha sido el combustible de «2.0», su octavo álbum de estudio que se publica el 21-N, «para dar una alegría a los descontentos», y que llega atiborrado de influencias.
En su nuevo estudio de grabación, del que hablan con orgullo («era una sucursal de ‘‘La Caixa'' que tiene techos altos y luz natural»), escuchaban a Elvis Presley, Led Zeppelin, The Doors, y por eso ha salido «el disco con más guitarra eléctrica de todos». Hay swing, funk, rock urbano, ritmos latinos y... «la mitad del disco es rumba. Hemos hecho la rumba más rumba desde ‘‘El del medio de los Chichos''», dice José.
Los bares, de día
«No estamos cansados de la rumba. Pero si has ido a Roma, cuando tienes oportunidad de viajar, vas a París o a Londres, no vuelves a Roma con todo lo que hay que andar», continúa David, y sigue José: «Nadie nos ha dicho lo que tenemos que hacer. La compañía (Sony) paga el disco y se fía de nosotros. Hacemos la composición y la producción porque el público objetivo al que nos dirigimos somos nosotros». David: «Soy esa clase de pesado que te pone su disco en el coche. Todos lo que han subido lo han escuchado». Pero hablando sobre el disco, por resumir, dicen que se han puesto «un poquito más innovadores, más actualizados, por eso lo del 2.0. Hemos madurado en muchos sentidos».
Dicen que a los bares les siguen debiendo mucho compositivamente. «Pero a los diurnos, porque ya de noche no salgo. Si me preguntan en qué he cambiado más en diez años, es en eso», dice David y José completa. «Quedas con tus amigos, te tomas dos cervezas, te vienes arriba... y cinco días malito». Se nota y hay una canción, «La bombillita», que lo atestigua. Está dedicada al hijo de David. ¿Y cuál es el mensaje? «Que no se convierta en un trajeado. Que mire a los ojos a la gente normal y que tenga su punto de locura sana». ¿Y si se hace banquero? «Como si se hace atracador de bancos». ¿Y si quiere ser músico? «Pues que lo sea. Pero ahora quiere ser Spiderman». «Yo quiero que mi sobrino sea médico», dice José.
Sobre los bancos no tienen muy buena opinión: «Mandan dos y somos cuatro los que pagamos impuestos –dice David–. Y para mí, ser patriota es pagar impuestos en tu país. Las banderitas y los himnos me dan igual. Importa la gente, y pagas impuestos para mejorar las condiciones del sitio en el que vives, que es España. Si eres un rico que te llevas el dinero a otro país, eres un insolidario de mierda». Y José saca su espíritu combativo, porque piensa que «nuestros hijos serán la primera generación que viva peor que la precedente, a la que le quede una herencia nefasta en sanidad y educación». Una de sus últimas aventuras fue «tunear» un Seat 124 para una cadena de televisión, ocasión para desmentir una falsa creencia: «La gente piensa que somos mecánicos porque trabajábamos en la Seat. Pero no sabemos ni cambiarle el agua al coche. Lo único que hacíamos era apretar un botón».
El «temazo»
«Estamos orgullosos de ‘‘Mañanitas''», dicen. Es una canción que habla de esa vez que, tras una noche de farra, de repente se hace de día. «Y te metes en el metro y te duermes dando vueltas, y cuando sales el sol está en lo alto...». Es una canción que parte de una base disco o rap y de repente atruena un riff de guitarra eléctrica. «Es ‘‘Electric Bogaloo'' (la película de la imagen); nos encanta», define David, que tararea emocionado la melodía de la guitarra, que es de ambos. Una de esas ideas de la buhardilla de su casa.
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