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La normalidad de un clásico por Benito Floro

La Razón
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Un partido clásico es un partido normal. Porque ya es norma que ante el clásico de turno todos los estereotipos de comportamiento se den habitualmente, de una manera u otra, en los agentes de los diferentes sectores que participan en él.

Desde mi experiencia en clásicos de mayor o menor rango, pero clásicos al fin, resalto las actitudes de jugadores y técnicos en el día anterior, en el día del partido y en las horas siguientes. Hay dos grupos: los que lo viven al ritmo de los medios y los que lo toman como lo que es, un clásico más; es decir, un partido más. Los primeros lo pasan mal antes y durante el partido; después, si hay derrota, ya se imaginan. Cualquier cosa los saca de quicio y les hace perder energía y concentración. A los segundos da gusto verlos, se visten igual, gastan las mismas bromas, rezan o no, como siempre, te escuchan con la misma intensidad, hablan o callan lo mismo... Se saben futbolistas o entrenadores por encima de lo que ya es normal en el clásico: mucho hablar, mucho contrastar, mucho intuir, pero luego, en la cancha, mandan el buen hacer y el acierto. Así, el equipo que más profesionales tiene (especialmente el entrenador), para quienes el clásico es un partido más, sale ganando.

Para hoy se «intuye» que las ausencias de los dos centrales blaugrana –Puyol y Piqué– hacen que el Real Madrid sea favorito; sin embargo, la norma del clásico es decir que les va mejor ir de víctimas. Sería bueno pues que el Madrid jugase como favorito y ganase.