Sevilla
Al Andalus lujo sobre railes
Hoy parte desde Sevilla el tren Al Andalus, el convoy turístico con mayor longitud de nuestro país, que adentra al viajero en los recovecos más inesperados del sur de España. Sus vagones nos trasladan hasta la «Belle Epoque», pero sin renunciar a la comodidad del siglo XXI.
Plantearse conocer Andalucía en seis días y cinco noches puede suponer una aventura imposible de lograr; conseguirlo a bordo de un tren –lujoso y confortable– en el que disfrutar del heterogéneo paisaje la convierte en un viaje único y fascinante.
La compañía ferroviaria Feve ha rehabilitado el tren turístico Al Andalus y lo ha transformado en el convoy de viajeros más largo de España. Un crucero sobre vías, sin prescindir de las últimas tecnologías pero con la esencia elitista de los años 20, parte hoy desde Sevilla para regalarnos una insólita mirada de las tierras andaluzas.
Un total de 15 coches conforman los más de 400 metros del tren Al Andalus. Con capacidad para 64 personas, el convoy dispone de 32 suites –existen diferencias entre las estándar y las superiores que afectan a los metros disponibles, no a la restricción de placeres–. Siete son los coche-cama donde podemos descansar plácidamente, ya que el tren permanece estacionado durante la noche. En el Al Andalus es posible, en un abrir y cerrar de ojos, acostarse entre campiñas cordobesas para despertar entre olivos jienenses. Las camas se transforman en sofás durante el día, lo que dota al espacio de múltiples posibilidades de entretenimiento.
Las zonas comunes se reservan a cuatro coches, catalogados como «joyas ferroviarias» de los años 20, en los que la monarquía británica se desplazaba desde Calais hasta la Costa Azul en su periodo vacacional. El viajero, en los dos coches-restaurante, puede degustar cocina de alta calidad elaborada en función del lugar. Y es que los platos cambian a medida que el tren se adentra en las distintas regiones. Desde una exquisita carrillera de ibérico con crema de patata y crujiente, hasta un sabroso bacalao con cocochas y polvo de aceituna sorprenden a nuestro paladar de la mano del ingenio del chef asturiano Ramón Celorio. La velocidad de circulación permite deleitarse ante tan espectacular paisaje, así como dar rienda suelta a la imaginación sentado frente a un típico plato español, conversando entre paredes invisibles que permiten vislumbrar las maravillas de Andalucía.
Además, el tren dispone de dos coches habilitados como zona común de ocio, espacios en los que los sueños se transforman en realidad. A su cuidada decoración, en la que no falta detalle, se han añadido elementos contemporáneos como pantallas de plasma o conexión wifi. Sensaciones de lujo y bienestar se entremezclan con conversaciones infinitas, en las que no importan los protagonistas, sino el disfrute y las vistas.
Ambientados en un lugar único, podemos tomar una copa distendidamente mientras escuchamos a The Beach Boys, The Beatles o The Killers. Se trata de una zona para relajarse, leer, hablar o incluso asistir a actuaciones musicales en directo.
Un recorrido único
La travesía por la que nos llevan las vías que recorren Andalucía no es tan importante como las sensaciones que se desatan en nosotros. Pocas veces tendremos el privilegio de colarnos entre los raíles de un tren, por lo que el mirador que suponen las ventanas del convoy transforma el trayecto en inolvidable.
Cuando el tren para, las excursiones –todas ellas guiadas– nos permiten disfrutar de la variada riqueza cultural, natural, histórica y artística de Andalucía. A las zonas más emblemáticas de Córdoba, Granada, Cádiz o Sevilla, con sus monumentos imposibles de pasar por alto, habría que añadir lugares que, sin ser tan populares, no dejan de sorprender al pasajero, como Jerez o Sanlúcar. Secretos escondidos en las calles de dos ciudades como Baeza y Úbeda –Patrimonio de la Humanidad– que merecen ser descubiertos, paisajes atípicos de un cañón en la malagueña Ronda –cuna de la tauromaquia– o paraísos naturales de Doñana no pasan desapercibidos para un viajero que debe asimilar tanta belleza en tan poco tiempo.
Y entre visita y visita, resulta imprescindible hacer un alto en los restaurantes más típicos de cada pueblo. Un churrasco cordobés a los pies de la mezquita, un remojón granadino en pleno corazón de la Alhambra, las tortillitas de camarones gaditanas o el pescado de marrajo en la playa de Sanlúcar –todo acompañado con sus respectivos vinos tintos, blancos y olorosos– engatusan al paladar.
El Al Andalus circula sobre raíles para hacer volar nuestra imaginación hasta lugares de ensueño y recordarnos el placer de viajar en tren, un tren que, además de pasajeros, transporta lujo y las sensaciones de los viajes de antaño.
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