Palma de Mallorca
Sóller a la playa en un tranvía centenario
Al norte de la isla de Mallorca, Sóller cautiva a todo tipo de viajeros que buscan una oferta distinta a la de sol y playa. El viejo ferrocarril que une Palma con el pueblo transporta a los turistas a otro paisaje, rodeado de sierras, huertos y costas tranquilas.
Después de una hora volando y de dejar atrás el bullicio de Madrid, llegamos a Palma de Mallorca, esa isla con encanto que atrae a turistas de todas partes del mundo. El destino en esta ocasión es otra opción al habitual sol y playa. Los tradicionales vagones de madera de un tren, evocadores de un tiempo pasado, nos transportan, durante 27 kilómetros, por lugares recónditos que sólo son alcanzables mediante las vías. Este ferrocarril une las ciudades de Palma y Sóller en un entrañable paisaje, sin rastro de los edificios y rascacielos de la ciudad. Una opción perfecta para disfrutar de unas vacaciones en el Mediterráneo alejados de lo típico.
Entre naranjos y tras atravesar las montañas de la isla, llegamos a Sóller, un rincón de la geografía mallorquina capaz de seducir a cualquier tipo de viajero. Entre sus estrechas calles se esconde un patrimonio repleto de tradicionales casas de piedra con grandes patios exteriores. La cercanía de sus ciudadanos y la algarabía de sus calles dan un toque especial a este pequeño pueblo del norte de la isla.
A tan sólo dos minutos de la plaza se encuentra la casa modernista de Ca´n Prunera. Ahora es un museo en el que se puede ver una colección de arte modernista, con obras de artistas nacionales e internacionales de la talla de Picasso, Miró o Matisse. Sin dejar el modernismo, llama nuestra atención la fachada del Gran Hotel Sóller, un cinco estrellas en el que su exterior asombra y cautiva a huéspedes y turistas, y su interior no deja indiferente a nadie. El alojamiento cuenta con 38 lujosas habitaciones totalmente equipadas. Una de las peculiaridades de este hotel es la luz que inunda las entrañas del spa. La oferta de productos y servicios de su restaurante Can Blau es muy amplia en todo tipo de alimentos y bebidas, dejando con buen sabor de boca a los comensales más exigentes. Las vistas del restaurante hacen saborear aún más cada uno de sus platos, la mayoría de las veces creados con productos autóctonos de la zona, como las naranjas.
El pueblo se sitúa a escasos minutos del puerto. El viajero puede dejar su coche en el pueblo y bajar a la playa con el famoso tranvía. Este viejo tren de madera conecta Sóller con el puerto, haciendo cómodo el traslado y ofreciendo a lo largo de su recorrido paisajes impresionantes de la zona. Los turistas pueden acceder al tranvía en cualquiera de sus diferentes paradas del pueblo, una de ellas en la puerta del Gran Hotel.
Si el apetito se abre en pleno baño en el mar, el restaurante Es Canys ofrece una amplia carta de cocina mallorquina. Su terraza sobre el paseo marítimo ofrece un espacio exclusivo y relajado. Es Canys consigue que el pescado llegue al plato al poco de ser capturado en las costas.
Los olivos y viñedos de la isla, además de pintar el horizonte de verde, ofrecen en la zona variedad de vinos y aceites. Bodegas Ángel es una de las pocas cavas mallorquinas que están ubicadas en pleno campo. La utilización de avanzadas tecnologías hace que se creen vinos creativos como un blanco que incorporará, en el próximo año, como producto estrella «uvas viogner».
Los más pequeños pueden disfrutar del gran universo de los mares y océanos en el Aquarium de Palma de Mallorca. Ver cómo los buceadores alimentan a los tiburones es una buena opción, pero merece la pena atreverse a sumergirse bajo el agua y bañarse con las rayas. La experiencia es inolvidable y se convierte en el broche de oro a un viaje alejado de los convencionalismos del Mediterráneo.
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