Zamora

Andrés Vázquez: «El toreo es una liturgia que debe ser protegida»

Cumple 80 años y medio siglo de alternativa. Una vida entera de la mano del toro, «ese amigo» con el que procura «llevarse bien» cada vez que se ciñe el traje de torear. Hoy lo volverá a vestir. Concretamente, el traje de corto que empleó en 1976 en el festival homenaje para recaudar fondos para el monumento a Antonio Bienvenida. Esta vez la onomástica es para él, en su querida Zamora y con un novillo de Victorino Martín, ganadería predilecta de una figura perenne a las épocas.

Andrés Vázquez: «El toreo es una liturgia que debe ser protegida»
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-Ha llegado el gran día, ¿nervioso?
-No, que va. Estoy encantado de hacer este paseíllo simbólico. Contento con la repercusión y el cariño que me está demostrando la prensa y el público. Eso es todo lo que necesito ahora mismo, cariño, porque la vida a veces nos trata regular, pero recalco que no lo hago por dinero; sino para que la gente se vuelque una vez más con Andrés Vázquez.

-¿Siente la responsabilidad como el primer día?
-No. Cuando tienes confianza y sientes que estás preparado, no hay porque temer nada. He sido un torero con mucho cartel, la gente sabe como soy, yo sé como es lo de Victorino... Ahora sólo falta que el novillo tenga educación taurina para que pueda pegarle un buen puñado de muletazos y que el aficionado disfrute.

-¿De dónde surgió la idea?
-Me entrevisté con la alcaldesa y querían elaborar un cartel especial por mi doble aniversario, así que cuando me preguntaron a quién contactar, les dije que yo conocía a uno que estaba dispuesto: Andrés Vázquez. Pasó el tiempo y, como buenos castellanos, lo que se plantea, aunque sea de broma, se cumple. Estoy muy agradecido, porque la idea ha tenido bastante repercusión.

-¿Cúal ha sido su preparación física?
-La puesta a punto ha sido cosa de Antonio Allende. Un gran preparador físico, le llamo el «Gato Volador», porque con 70 años vuela en una pista de tierra. Ha sabido lidiar con mi temperamento. Hace ocho o nueve años, vine a Villalpando a morirme en paz tras fracasar en la construcción y ahora somos dos jubilados en lucha. He pasado de pararme cuatro veces en 100 metros a andar 15 kilómetros diarios.

-Cincuenta años de alternativa, los ataques que ahora sufre la Fiesta, eran impensables entonces.
-El toreo sigue siendo estética y belleza, una liturgia cultural que no cambia y debe ser siempre protegida. Pero las cosas se deben hacer como son, el toreo tiene su razón de ser y no es alterable con el paso de los años, por eso debe ser enseñada por los que saben y la han vivido de cerca. Me aburre ver a algunos toreros que se colocan bien el primer pase y en el segundo ya están escondiendo las piernas. Mal colocados, no se dan cuenta el dicho de que las prisas son para los ladrones y los malos toreros. Son errores de aprendizaje.

-No podía ser en otro sitio que en Zamora y frente a esa divisa que tanto le dio...
-Claro, era fácil de escoger. Aunque Andrés Vázquez también le ha dado mucho a Victorino Martín, que conste. Cuantos toros suyos sin guarismo, de 8 o 10 años, habré lidiado... Le he ayudado mucho en tentaderos y retientas a seleccionar su ganadería. La simbiósis fue recíproca desde el principio.

-¿Y cómo es el toro de Victorino Martín?
-Muy encastado, difícil para permanecer al lado de él, porque infunde mucho respeto, pero agradecido. Como a las personas formales, hay que decirles la verdad, sin engaños ni adornos. Querría destacar que se habla siempre de esta divisa como peligrosa, es cierto que ha dado cornadas, pero no recuerdo desde que se fundó un herido de mucha gravedad como sí ha pasado con otros hierros.