Crítica de cine
Nicole Kidman: el regreso de la mujer quirófano
Hace unos días se presentó en Hong Kong con un pronunciado escote que no insinuaba, sino que confirmaba un aumento de pecho, su enésima intervención estética.
El rumor se extendía como la pólvora entre los asistentes al acto benéfico organizado por la firma Omega en Hong Kong. El escote de Nicole Kidman reflejaba un cambio de volumen tal, que ya no podía atribuirse al último Wonderbra, sin tirantes, ni a los cambios hormonales propios de la maternidad. Los fotógrafos intentaban captar el plano más certero, mientras la actriz hacía esfuerzos por sonreír con naturalidad, desafiando la acción del botox. Ella niega cualquier intervención y no parpadea cuando atribuye su juventud al hecho de no fumar y protegerse del sol. Y es cierto que los cambios han sido armónicos y lo bastante espaciados como para dudar. Pero si uno tira de filmografía podría no reconocer a la australiana en algunos fotogramas de las películas «Calma total» o «Días de trueno». Negó su adicción al botox en marzo de 2008, cuando el cirujano canadiense Martin Braun habló de ella al «Daily Mail» y señaló que abusaba tanto de esta toxina que apenas conservaba ya expresión en el rostro. Y como una auténtica hipocondríaca de la belleza, según el doctor José Carlos Moreno, presidente de la Academia Española de Dermatología (AEDV), «se trata de una patología cutánea relacionada con el psiquismo que da lugar a un trastorno dismórfico corporal» y lo seguirá negando a pesar de las evidencias. Busto rotundo Al ceñirnos a la sintomatología de este síndrome, podríamos pensar que cuando hace dos años confesó estar encantada con el volumen de sus pechos a raíz del embarazo de su hija Sunday Rose, la actriz obraba ya con premeditación y alevosía e ideó la coartada perfecta para un futuro aumento mamario, que, se supone, ha debido posponer a causa del retraso del rodaje de «The Danish Girl», un filme dirigido por Lasse Hallström, en el que interpreta al primer transexual de la historia, el pintor Einar Wegener. Una vez finalizada la película, ya no había excusas. No cabe duda de que la actriz ha aumentado su contorno pectoral. Los diseñadores del vestuario de «Nine» recurrieron a la corsetería más armada para aportar rotundidad al busto de la actriz y, aun así, el espectador puede apreciar claramente que se trata de rellenos, pero ¿qué opinan los que entienden? El doctor Federico Mayo, cirujano plástico y uno de los mejores especialistas en implantología mamaria, desmonta de un plumazo la coartada de la actriz sobre los efectos de la maternidad y señala que el proceso es el contrario. Como explica a LA RAZÓN, «lo normal es que después de un embarazo las mamas se atrofien, lo que origina una pérdida de volumen y un exceso de piel». En cuanto a si Nicole Kidman hubiera podido recurrir a técnicas de reposicionamiento mamario exentas de implantes, como la mastopexia o las inyecciones de Macrolane, como también se ha rumoreado, el cirujano es tajante: «Este problema sólo se soluciona con una cirugía de aumento, y por lo que se aprecia en las fotografías, parece ser, además que una mama está más alta que la otra, y que los bordes superiores estan muy marcados, lo que indica que los implantes son redondos. Normal, en Estados Unidos no se utilizan los anatómicos, que ofrecen resultados más naturales». Probablemente Michael Jackson pase a la historia como «el negro que quiso ser blanco», pero Nicole Kidman también podría hacerlo como «la pelirroja que quiso ser rubia». Y con esto no nos referimos sólo al color de su cabello, sino al conjunto de los rasgos y tipología cutánea de los pelirrojos: piel rosada, pecas, cuperosis, irregularidad en el tono… Poco de esta herencia genética queda ya en el rostro de la actriz, que siempre ha querido convertirse en una fría rubia de corte hitchcockniano. Lo ha conseguido, pero a costa de paralizar su expresión hasta el punto de que muchos temen ya por su carrera. Como una foto La doctora Mª José Barba, especialista en medicina estética, ha repasado la piel de la actriz para determinar las intervenciones a las que se ha sometido. La rinoplastia, operación a la que recurrió para «limar» su nariz, excesivamente respingona, no es la única que ha probado. Como señala Barba, «también se ha hecho una blefaroplastia para rasgar la mirada y es evidente que lleva un implante en los pómulos, mucho más marcados ahora». En cuanto a su adicción al botox, no cabe duda de que « lo lleva por toda la cara, parece una foto incluso cuando actúa». El aumento del grosor de los labios también es evidente y la especialista destaca que «debe abusar del IPL (luz pulsada intensa) y de los peelings «para blanquear la piel, homogeneizarla y conseguir ese efecto de poro cerrado y esa piel de muñeca de porcelana alejado de la tipología pelirroja». ¿Seguirá acumulando intervenciones estéticas? De ser así, en un futuro no muy lejano, como señala el doctor Julián Conejo-Mir, Presidente de honor de la AEDV, «tendrá una piel politraumatizada común a este tipo de mujeres adictas al botox, a los rellenos y a los peelings». Por el momento, Kidman ya está inmersa en el rodaje de «Just Go with It», en Hawái, donde comparte cartel con la multioperada Heidi Montag. Lo que no se ha operadoLa doctora Mª José Barba destaca que «no parece que se haya rellenado el surco nasogeniano ni ninguna arruga con ácido hialurónico». Tampoco se ha sometido a ningún «lifting», ni ha probado la acción de los hilos tensores. En cuanto al cuello, piensa que sólo ha debido tratarlo con radiofrecuencia. Y parece ser que su anatomía corporal es fruto del entrenamiento intensivo y de una dieta algo frugal. Sofia Loren se «chivó» de sus hábitos dietéticos durante el rodaje de «Nine» al preocuparse por «lo poco que comen esas niñas», refiriéndose a ella, Penélope Cruz y Hudson.
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