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Miguel del Arco devora las otras uvas de la ira
El Crack del 29 dejó mucha miseria y una década perdida, pero también líneas maestras de la literatura norteamericana. Algunas las escribió John Steinbeck en sus novelas «Las uvas de la ira» y «De ratones y hombres». El propio escritor firmó una versión teatral de esta última, y la productora Concha Busto le tenía ganas al texto.
Para ello, llamó al director del momento: Miguel del Arco. Mañana levanta el telón en el Teatro Arriaga de Bilbao –en abril llegará al Español de Madrid– este viaje a la América de la Gran Depresión que protagonizan Lennie y George, un deficiente mental y su mejor amigo, unidos por un lazo de sangre en una tragedia laboral.
«Steinbeck decía que había inventado una nueva forma de novela, muy corta, casi como una obra de teatro, y en vez de echar las cortinas las escenas se iban separando por capítulos», recuerda Del Arco, que firma la versión española junto a Juan Caño Arecha. Han respetado el original, salvo alguna «literalidad» muy americana y ciertas referencias: «He quitado lo más localista. La obra transcurre en una granja de EE UU, pero podían ser personajes de cualquier parte», cuenta. Y de cualquier época, porque Steinbeck quizá hablaba, sin saberlo –murió mucho antes, en 1968–, del pozo actual: «Sucede en la Gran Depresión, pero podría estar ocurriendo ahora, con esto de los patrones abusivos y las malas condiciones de trabajo», corrobora el director. «A la economía de EE UU la salvó la llegada de la guerra, lo cual es terrible. Espero que no se inventen ahora alguna, como Irán. Pero estamos repitiendo esquemas».
A horas del estreno, Del Arco, «comiéndose los muñones», le quita hierro a la presión de ser, en los tres últimos años, el director de dos fenómenos mimados por el boca-oreja, «La función por hacer» y «Veraneantes»: «Trato de no pensar mucho en ello. Es evidente que hay mucha expectativa, lo leo en la red. Pero estos 45 días de ensayos, que han sido súper duros, y eso que ha ido todo rodado, hacen que tenga los pies en la tierra». Allí le mantiene también la realidad, porque no está la cosa para la cultura y «frivolidades» por el estilo: una joya como es «Veraneantes» tendrá que terminar su gira en mayo por falta de bolos. Y eso que es la favorita para los Premios Max el próximo 30 de abril. El año pasado, Del Arco ya arrasó con «La función por hacer» (siete premios) y en su discurso alzó la voz contra los impagos de las administraciones: «La situación no ha mejorado, de hecho ha empeorado –lamenta–. Pero eso ya lo dijimos. Toca reinventarse. La gente de este oficio trabajamos en precario desde que el teatro existe. Con la parte política ni cuento ni quiero contar. Lo esperanzador es que las salas están llenas: hay ganas de teatro».
Nada de realismo
Según dice, aunque lo suyo es el actor como eje, aquí habrá algo de maquinaria. Con matices, eso sí: «Es una obra muy realista, de la que se han hecho un par de películas, y no tenía intención de competir con el cine. Quería utilizar un lenguaje lo más teatral posible y alejarme del realismo». Será «algo muy diferente a lo que he hecho hasta ahora». En parte porque «hay diez intérpretes fabulosos, los he elegido yo y a todos los conocía profesionalmente, pero a ninguno en lo personal», mientras que la química en sus repartos anteriores la logró con amigos... además de actores. Él lo tiene claro: «La hemos sobrepasado. Trabajamos con humor y con amor. No es palabrería: no sé hacerlo de otra manera». Y no se lo ha puesto fácil: «Es una función muy física: ha sido dura para los actores. Lo que tienen que hacer es muy bestia, pero han dado el tipo». Como el valor a los soldados, a estos se les presupone la entrega: Roberto Álamo (el Urtain de Animalario y el «tigrinho» de «La piel que habito») y Fernando Cayo (protagonista de «La caída de los dioses», y filmes como «23-F») encabezan un grupo prometedor, con Irene Escolar y Antonio Canal, entre otros.
El detalle
UN GOGOL INCÓMODO
Después del montaje de Steinbeck, Miguel del Arco (abajo) comenzará el próximo día 19 a ensayar «El inspector», de Nikolai Gogol, su próximo estreno, esta vez con el Centro Dramático Nacional. Levantará el telón el 4 de mayo en el Teatro Valle-Inclán, con Gonzalo de Castro, entre otros. «Es una comedia delirante», asegura. «La he trasladado de lugar. No es España, pero podría ser perfectamente, porque tratándose de políticos corruptos es obligado hablar de nuestro país... Yo creo que va a escocer», aventura.
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