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Fisura y fractura por Julián García Candau
David Villa no estaba viviendo los mejores días. Su estancia en el Barcelona se había convertido en gran incógnita. Incluso se había llegado a decir que podía salir del club. Guardiola había afirmado en alguna ocasión que no lo alineaba porque padecía alguna molestia y la fisura de la que se habló tiempo atrás se ha transformado en fractura de tibia. No debe hablarse de fractura de estrés a pesar de que psicológicamente pudiera considerarse que padecía tal síndrome. Villa había sido postergado más de una vez y se temía por su futuro.
El seleccionador nacional, Vicente del Bosque, había manifestado su inquietud por los casos de Villa y Torres. Ambos no tenían en sus clubes la consideración de titulares y ello podía suponer una rémora para la Selección, que ha de disputar el próximo verano la Eurocopa, título que intentará revalidar.
Villa no podrá participar porque la lesión requerirá seis meses de curación y recuperación. El caso de Torres es distinto. En el Liverpool no acabó de triunfar en la última temporada y en el Chelsea no parecen satisfechos con el costoso traspaso que tuvieron que pagar.
La desgracia de Villa es muy lamentable desde todos los puntos de vista. El primero, el que afecta a la persona. Los restantes, los que corresponden al club y a la Selección, son menos importantes. Lo deseable es que salga con bien para que podamos seguir celebrando con él su condición de máximo goleador del equipo nacional, marca que ostenta.
Posdata. Soldado llamaba a las puertas de la Selección. Vicente del Bosque ya no podrá negarle la llamada.
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