Sevilla
Padilla: «Me salvaron la vida la cornada era mortal»
Está de camino a Sevilla cuando atiende nuestra llamada. Una revisión en «profundidad» le espera a la llegada al hospital. Tiene entre manos la recuperación de la movilidad de su rostro y algo que ha dejado boquiabierto a medio toreo: su regreso para el próximo 4 de marzo.
Lo tiene claro y se nota que el poso de tristeza que arrastraba ha dado paso a la vitalidad por enfundarse de nuevo el vestido de luces. El #fuerzapadilla que iluminó las primeras noches en vela tras la dramática cogida, ya ha dado paso al #heroepadilla en la red. Así es. Un héroe de carne y hueso, que está «empezando de cero».
–La noticia ya está en la calle, vuelve el 4 de marzo en Olivenza. ¿Cómo lleva esta cuenta atrás?
–Muy ilusionado y con mucha responsabilidad. Soy consciente de la importancia de la decisión. Respeto mucho mi profesión y no voy a salir a dar lástima ni a causar una imagen desagradable.
–Lleva a cabo la preparación física y también la rehabilitación.
–Me faltan horas en el día. Por un lado hago mi rehabilitación de la parálisis facial, el logopeda y un preparador físico para coger masa muscular y fondo.
–¿Cómo lleva la recuperación de la parálisis facial?
–Todavía requiere de tiempo, hace poco más de un mes y medio que empecé la rehabilitación, pero según los médicos podría recuperar el 85 por ciento. Ahora estoy en una fase de simetría casi normal de la boca e intentando movilizar la ceja.
–Y además, ¿hacer campo?
–Eso es, retomar de nuevo el contacto con la profesión.
–Desde el percance en el mes de octubre, perdió mucho peso. ¿Lo está recuperando?
–Bajé 18 kilos y ahora he recuperado seis.
–¿Perdió el apetito?
–Sí, en esa racha tan mala que tuve, que estaba muy triste y no tenía ánimos, se me quitaron las ganas de comer. Ahora tengo más estabilidad y estoy disfrutando de todo lo que estoy viviendo.
–¿Por eso vuelve?
–Podría tomarme un año sabático, pero tengo una necesidad imperiosa de volver a torear. Necesito dar seguridad a mi familia y volver a lo que más feliz me hace.
–Será duro para su familia.
–No es duro, porque me ven feliz. Me están arropando mucho y dándome un cariño tremendo y entienden que mi vida sin el toro no tiene sentido.
–¿Qué temporada quiere hacer?
–Todo dependerá de las visitas al médico y de si me tuvieran que intervenir del ojo, pero yo estoy preparando una temporada normal.
–En marzo tendrá que volver a Oviedo para revisar el ojo.
–Sí, no tiramos la toalla. De momento sigo con el tratamiento de plasma y vitamina para ver si conseguimos regenerar. Si el médico sigue luchando por el ojo, pues yo mucho más. La movilidad para el lado derecho es buena, para el izquierdo, peor, pero mantenemos la ilusión por recuperar la visión.
–Volverá a torear antes de que se cumplan los cinco meses del gravísimo percance. ¿Una locura?
–No. En absoluto. Soy consciente y en 19 años de alternativa he sufrido 37 cornadas. Y muchas de gravedad. Voy a disfrutar y a prepararme al máximo.
–Desde aquel 7 de octubre, ¿ha habitado en su cabeza siempre la idea de volver a torear?
–Ha habido momentos en los que no me planteaba nada, porque estaba muy triste. Han sido momentos muy angustiosos y sin ninguna ilusión en la vida. No sólo en la profesión, sino en todo.
–¿Cómo ha salido de ese estado?
–Con el apoyo de mi mujer, de mi familia, de los compañeros, porque todo el mundo se ha volcado conmigo.
–La familia...
–Mi mujer y mis hijos son mi equilibrio y balanza. Mis hijos se lo han tomado con una madurez y entereza tremenda. Ellos me han demostrado una vida normal y ha llegado el momento
decisivo de retomar la profesión.
–Cuando se despierta, ya un 8 de octubre, en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza, ¿se acuerda de lo que ha pasado?
–Sí, recuerdo todo y pregunto por mi familia. Necesitaba tenerlos cerca. Y lo primero que pensé fue en dar gracias a Dios porque estaba allí, en la UVI, no sabía por cuánto tiempo, pero estaba allí.
–¿Fue consciente de la gravedad en la plaza?
–Sí, sentí que tenía la cara y el ojo en la mano. Y tuve la suerte de que me tratara el doctor Valcarreres, que estuvo con mucha seguridad. En la plaza me sedaron y ya en el hospital me estaba esperando un equipo médico que fueron cinco angelitos caídos del cielo. Me salvaron la vida, la cornada era mortal: el pitón me entró por el oído y salió por el ojo. Dios ha querido que siga aquí.
–De camino a la enfermería se acordó de sus hijos.
–Siento mucho a mis hijos y los llevo siempre por delante. Estaba viviendo un momento feliz y fui consciente de la gravedad. La cara estaba descolgada y perdí la visión del ojo. En la enfermería me costaba respirar, me faltaba el oxígeno y sentí que me iba. Echaba sangre por el cuello y por el ojo y perdí la visión de los dos. Creí que se acababa todo.
–El toro le había avisado y aún así se la jugó.
–Estaba en Zaragoza y había que dar la cara y entregarse. Es una feria que he defendido durante muchos años y además los toreros queremos dejar un buen sabor de boca en el final de la temporada. Pero lo tomo como un percance y ya está. Estoy feliz por lo que tengo ahora mismo.
–¿Qué experiencia ha sacado durante este tiempo?
–He notado el calor de la gente y la humildad de las personas y he aprendido a valorar la vida minuto a minuto, segundo a segundo. Y ahora estoy aprendiendo a plantearme el futuro con esta situación. Me han dado un golpe pero no me han tumbado.
–¿Necesitó ayuda psicológica?
–Ha sido fundamental. Hay que empezar de cero. La suerte que he tenido es que he asimilado rápido y gracias al trato de las personas.
–En Twitter se formó una revolución con aquel #fuerzapadilla.
–Y lo agradezco enormemente. He sentido el calor de todo mi colectivo. Todos con una entrega inmensa. Y ha habido casos como Feliciano López que firmó fuerzapadilla desde Shanghai y ha sido muy emotivo por el apoyo que supone para mí y para la Fiesta.
–Y le han llegado a su casa muchísimas cartas.
–Así es e intento responder a todas. También me han escrito antitaurinos reconociendo que no les gusta el espectáculo pero con un cariño tremendo me han dado ánimos.
–Y después de todo lo que ha pasado, ¿qué hacemos con el miedo?
–Sigo teniendo el mismo miedo que antes. Los toreros pasamos mucho miedo pero lo superamos. Se supera cuando estás convencido y metido en la faena. Pero el miedo está. Se convive.
–¿Cómo se ha visto en el campo?
–Según voy cogiendo fondo voy desarrollando. Quiero perfeccionar mi toreo y busco la pureza.
–¿Le ha cambiado el sentido del espacio con la lesión del ojo?
–La estoy asimilando bien para mi vida normal y para mi profesión.
–¿Toreará con el parche?
–Sí, me siento cómodo así y mis hijos me llaman «papá pirata».
–¿Qué le pide a la temporada?
–Doy gracias a Dios lo primero por poder afrontarla y no le pido más que puede disfrutarla y hacer disfrutar.
–¿Le ha ayudado la fe?
–Mucho. Siempre me he parado en la fe y en estos momentos la he necesitado y me ha respondido.
–En la noche del percance, Diego, su apoderado, llevaba las manos llenas de los cristos con los que usted toreaba.
–Sí, el Cristo me lo regaló mi abuelo y siempre he toreado con él. Y llevaba otro amuleto que era una pulsera de mi hija.
–Ese 4 de marzo, cuando suenen los clarines...
–Tendré que dejar aparcadas las emociones y concentrarme en mi compromiso. Ojalá me ayude el toro, yo voy a poner todo de mi parte.
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