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Los sectores más radicales cobran fuerza en la banda
Madrid-La toma de decisión sobre la comisión de un atentado, como «advertencia» al Gobierno ante lo que los pistoleros consideran «falta de avance» del «proceso», la tendría que adoptar la «dirección» de ETA. Los cabecillas se han mantenido en un segundo plano, mientras su brazo político, Batasuna, conseguía la que constituye una de las victorias «políticas» más importantes de la siniestra historia de la banda y su entramado: la legalización de Bildu, su entrada en las instituciones, a la que siguió la de Amaiur, con lo que todo ello supone de reconstrucción del «Frente Institucional». El siguiente paso, de acuerdo con la «hoja de ruta» o «cronograma» que fue pactada durante la anterior legislatura, era el traslado de los presos etarras a cárceles del País Vasco y Navarra, y, sin que pasara mucho tiempo, su liberación. El nerviosismo que este «parón» ha generado entre los reclusos, sus familiares y los sectores más radicales ha hecho que el difícil equilibrio que había en el mundo de ETA se esté desnivelando hacía los más exigentes. Los expertos están atentos a los movimientos que se producen y, por lo tanto, mantienen, sólo como hipótesis –pero que es real– que ETA tiene capacidad para cometer atentados. Negar esa posibilidad no tiene sentido, según las mismas fuentes.
LAS CABEZAS VISIBLES BAJO LA CAPUCHA
1. David Pla
Es uno de los cabecillas del «aparato político», que lee los comunicados en castellano. Procede de Jarrai y su peso dentro de la banda es relativo.
2. Iratxe Sorzábal
Profesora de euskera, es la que lee en vasco. Junto con Pla, son los cabecillas conocidos (hay alguna otra mujer), pero los expertos mantienen que son los jefes «ocultos».
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