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Legajos de la era Chaves por Paco Reyero
En Andalucía hubo durante muchos años un presidente palaciego, de palacio de cartón piedra y príncipes de migajas. Rezongón en el Parlamento, se atragantaba con las palabras, pero sabía disimularse con el paisaje, ya fuera mar o montaña. Siempre encontraba, o le encontraban, un verso de García Lorca, o así, para las inauguraciones. Chaves asistía a las ferias y a las procesiones, sacaba a su madre a pasear por el barrio el día de la Hispanidad, daba lustre a los nombramientos de doctor Honoris Causa, iba a la plaza de España cuando la parada militar, visitaba las fábricas de pollos con empresarios que parecían figurantes, ponía cara de profesor japonés cuando lo mandaban a un muelle a interesarse por el sector pesquero y programaba viajes al extranjero como si fuera el último califa omeya. Al regreso venía a decir lo mismo: (pronto) «Andalucía será como Finlandia», «Andalucía será como California» o «Andalucía será como Marruecos». Los meses fueron pasando y luego los años y así todos (o casi) nos acabamos aclimatando al chavismo, con su tópicos de los Álvarez Quintero y sus cifras de paro. Si el poder echa raíces, convence a la mayoría de que las carencias son confortables. Durante la presidencia de Chaves murieron por ley de vida cientos de andaluces. Como él siempre estaba en la televisión interpretando al actor central, nos enteramos que habíamos envejecido al descubrir los efectos de la alopecia en su cabeza tras veinte años como tenor de la Junta. Su ex amigo Griñán no va al extranjero ni visita fábricas de costura ni a mujeres que hacen torrijas. Los ERE empezaron hace catorce años; con Chaves de faraón. Este escándalo está tan vencido que los periódicos parecen legajos.
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