Conciertos

El amor como obsesión por José Antonio VERA

El amor como obsesión, por José Antonio VERA
El amor como obsesión, por José Antonio VERAlarazon

Probablemente no haya cosa mas sublime en el mundo que el amor. Quien lo siente de golpe rejuvenece por dentro y por fuera, lo ve todo de colores intensos, disfruta cada minuto como si fueran horas, se cree el ser más feliz del mundo. Probablemente con razón. El amor alimenta, alivia penas y sinsabores, fracasos familiares y reveses profesionales. El problema es que suele ser una situación pasajera, de tiempo limitado, que se ve acompañada de escenarios obsesivos o de dolor cuando el amor se imposibilita o encuentra dificultades en su realización. Otras veces se acaba por si mismo, pues baja la intensidad y se diluye con el tiempo la pasión. Hay gente que dice sentir una enorme felicidad porque asegura que su amor es compartido, lo que les colma de satisfacciones y plenitud. Ahí radica probablemente uno de sus problemas. Cuando no es compartido, o es desigual, acaba generando situaciones obsesivas de quebranto profundo, la amargura de no estar con la persona querida, la soledad por no sentirse correspondido o por el hecho mismo de entender que el otro te estima menos de lo que tú a él. El amor entonces es obsesión y es sufrimiento, frustración permanente, tristeza envolvente que todo lo cubre y que destroza vidas.


Dicen los especialistas con razón que el amor en realidad es como una droga. Afecta en el cerebro a las mismas zonas que las sustancias creadoras de dependencia. Cuando se disfruta de la compañía de la persona amada se calma la ansiedad, pero cuando pasan los días sin acceder a ella se disparan las reacciones de sufrimiento: soledad, abandono, abatimiento, melancolía. Es una situación que hay que superar como la dependencia del alcohol o del tabaco. Y es que durante el proceso de enamoramiento se activan neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, con reacciones circunstanciales de euforia, pérdida del apetito, temblor, palpitaciones, aumento de la frecuencia respiratoria o desesperación, conductas características de la dependencia psicotrópica. Sólo cuando se logra vivir con normalidad sin sufrir cada instante la obsesión amorosa se puede decir que se ha desenganchado uno de esa droga. Pero a veces cuesta. Más a unas personas que a otra. Parece que depende bastante del sexo y también de la capacidad que tiene cada uno para moldear la voluntad.


Comprendido, compartido y disfrutado el amor resulta siempre maravilloso. Cuando es amputado o inacabado puede convertirse en padecimiento patológico. Y entonces más que curar, enferma, acaba siendo un problema, se transforma en obsesión. De ahí que mucha gente recele del amor, pese a que otros se sienten atraídos continuamente por él hasta el punto de convertirse en adictos.