Burgos
La viga en el propio
Pocas cosas divierten más a los periodistas que los análisis electorales de los partidos políticos. Después de unas elecciones, todos reconocen que han ganado respecto al pasado. «Estamos muy contentos, porque a pesar de perder doce escaños en el Congreso, hemos subido mucho en Jaén». A mí, particularmente, unas elecciones municipales, autonómicas o legislativas me interesan sobremanera porque formo parte de esa masa de electores que siempre termina por sentirse decepcionada. Pero jamás he fallado a una cita electoral. El que se abstiene, con todo su derecho, pierde fuerza moral para quejarse posteriormente. Pero no voy por ahí. El interés que todo encuentro con las urnas despierta, y cuyo resultado se celebra o se lamenta, se convierte en formidable diversión cuando los políticos se afanan en los análisis. Todos ganan siempre. «Está claro que no podemos sentirnos plenamente satisfechos con los resultados obtenidos en la provincia de Burgos. No hemos acertado con los mensajes. Pero de ahí a sentirnos defraudados media un largo trecho, porque en Tubilla del Agua, en San Felices y en Quintanilla de Escalada, mantenemos nuestra fuerza electoral». Y se quedan tan anchos. Y tan panchos.
La paja en el ojo ajeno y la viga en el propio. Es la norma del periodismo. Porque igual que los políticos, los medios de comunicación actúan de manera similar con los datos de ventas y audiencias que se publican cada cierto tiempo. Creo que en los periódicos, las emisoras de radio y las cadenas de televisión urge establecer un nuevo alto cargo con categoría paralela a la del director-general, que podría denominarse «Director de Análisis de Datos y Encuestas». Cuando la OJD, sabiamente controlada por el grupo de siempre, u otro organismo de control de la difusión, hacen públicos sus resultados, todos los medios de comunicación celebran sus avances y manifiestan su complacencia por el retroceso de la competencia directa. Leo en mi periódico: «LA RAZÓN aumenta su venta en canal un 12%, mientras ABC pierde un 7% de venta directa en los quioscos». Entonces acudo al ABC. «ABC, el único diario nacional que aumenta su venta. «La Razón» y «El Mundo» pierden un 14% de lectores». Voy a «El Mundo»: «La Razón» reduce su distancia con ABC, que regala cada día 50.000 ejemplares, y «El Mundo» se acerca a «El País». Y aquí se termina mi recorrido por los periódicos porque tengo la muy buena costumbre de no comprar «El País» por motivos de higiene personal. Con las emisoras de radio sucede más de lo mismo, y también con las cadenas de televisión, cada día que pasa más enfrentadas por la nutrida presencia de las digitales. «El programa de la cadena de Vasile en el que interviene Belén Esteban fue visto ayer por 876.000 personas». Dominado el impulso de huir de España después de conocer tan tremendo dato, leo en otro lugar. «Belén Esteban se despeña. Su programa ha perdido 432.000 televidentes». Y entonces, vuelvo a acomodarme en España.
Resulta que esos datos, que tanto espacio ocupan en los periódicos, no los lee nadie. Y nadie se cree los de las radios, y menos aún, los concernientes a las cadenas de televisión. El mundo de la comunicación, sus competencias, sus piques, sus difusiones y sus manipulaciones sólo interesan a los que trabajan en los medios. Nos miramos el ombligo. Y nos reímos de los que se miran el ombligo y les crecen las narices como a Pinocho cuando analizan los resultados electorales. Y somos como dos gotas de agua.
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