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Subastas al rojo vivo

Mientras Christie's sufría un batacazo, Sotheby's sumaba millones en dos sesiones celebradas con 24 horas de diferencia. ¿Qué está pasando en el mercado?

La «bailarina» de Degas se quedó sin comprador
La «bailarina» de Degas se quedó sin compradorlarazon

Ser el segundo a veces puede convertirse en una una ventaja. Y Sotheby's supo reaccionar a tiempo después de asistir a la debacle de Christie's esta semana en la subasta de arte impresionista y moderno. La sala, que sólo adjudicó 51 lotes de los 82 ofrecidos, una cifra bastante baja aun en estos duros tiempos de crisis, terminó la venta con un total de 140,773 millones de dólares, una cifra muy por debajo de su estimación que se situaba entre los 210 y los 300 millones. Y Sotheby's en apenas 24 horas –este año las sesiones al martillo de Christie's son los martes y las de la otra galería los miércoles– dio la vuelta a las más funestas y negras expectativas. Su triunfo fue triple: por los números en sí, el desastre de Christie's y haber allanado el camino de cara a la semana que viene cuando se celebrarán las veladas de arte contemporáneo y posguerra. Este año se apostará por tres factores clave: expresión, color y pintura. En Christie's las miradas estarán puestas en el lote del pintor Roy Lichtenstein, estimado entre 35 y 45 millones, con «I Can See the Whole Room… and There's Nobody in It!». Mientras, Sotheby's apostará por la pieza «1949-A-No. 1», cuya estimación está entre los 25 y 35 millones de dólares, del celebrado artista expresionista Clyfford Still.

De esta forma, el jefe del departamento de arte impresionista y moderno de Christie's, Connor Jordan admitió que «nos hemos equivocado con las estimaciones después de esta terrible subasta. Ha habido una doble resistencia: a ciertas piezas conocidas y a los precios. Pero, con la bailarina de Degas hubo bastante interés por parte de los compradores antes de la venta», trató de justificarse en referencia a que la gran pieza de la noche, la escultura del maestro impresionista estimada entre 25 y 35 millones de dólares que se quedó sola, con su tutú alicaído y sin comprador que se la llevara.

Cuando le tocó el turno a los expertos de Sotheby's, parece que poseían razones suficientes para rebajar las reservas (los precios mínimos secretos con los que se saca a la venta una obra, acordados entre la galería y los vendedores). Así, el subastador de la casa, Tobias Meyer, se encargó de asegurar la venta de las piezas casi una a una. Se tomó su tiempo e hizo que la noche fuera muy medida y lenta: estaba concentrado en que no se le escapase ningún lote. Y no tuvo prisa ni por vender ni por forzar las pujas. Así las cosas, le llevó más de dos horas subastar 70 lotes cuando generalmente cada pieza le suele llevar poco más de sesenta segundos. Su trabajo se vio recompensado: la velada terminó con una venta total de 199,8 millones de dólares. La pieza de la jornada fue el cuadro «Litzlberg am Attersee», de Gustav Klimt, vendido por 40,4 millones de dólares.

Una noche inolvidable
Al término de la sesión, el propio Meyer respiró: «El mercado del arte está vivo. Quiero dar las gracias a los coleccionistas de arte y a los vendedores por haber hecho posible una noche como ésta», reconoció. El presidente del departamento de arte impresionista y moderno, David Norman, destacó que «la venta del Picasso "L'Aubade"(por 23,042 millones de dólares) ha sido todo un récord para una obra de este artista de esta época (pintada en 1967).

Estamos bastante contentos», reconoció el experto, mientras paladeaba el éxito de la firma, que degustó mejor con la caída en picado sufrida horas antes por su competencia, Christie's
Norman indicó que «ahora no debemos tener tan en cuenta únicamente lo que ocurre en Wall Street, sino lo que sucede en todo el mundo». Estos días la atención se centra en la crisis de deuda en Europa. «Incluso en momentos de enorme pobreza se crea riqueza sin parar. Aquí (por Nueva York), después del derrumbamiento de Lehman Brothers, los Hedge Funds (fondos de inversión) que sobrevivieron han prosperado», reveló. Eso sí, repitió algo que ya se ha escuchado en Christie's: tenemos que ser más disciplinados con las estimaciones.

«Existen dos mercados: el de las piezas importantes, que hoy es más fuerte que nunca, y el medio, que no está como se encontraba en el año 2007», reconoció. Las nuevas reglas del juego marcan que no se puede forzar ningún precio para que las obras tengan un valor alto: «Sólo se puede contar con los mejores. Todavía hay riqueza, pero sólo que en manos de muy pocos. Hay dinero. Simplemente, hay que buscarlo». Según Carlos García-Osuna, al frente de al revista «Mercado del arte», «el arte e sun valor refugio indudable que sigue subiendo en porcentajes elevados. Se venden piezas y no artistas. Un Picasso de el época azul o rosa es venta segura porque es excepcional y apenas sale al martillo». No tiene una explicación de por qué una casa triunfó y otra se hundió: «Muchas veces es cuestión de suerte y no de que una lo haga bien y otra no. Además, el arte no es una ciencia exacta». ¿Por qué Degas se quedó sin vender? «No era una pieza única y tampoco como escultor es notable», asegura el experto.

 

¿Quién compra en la aldea global del arte?
Con la globalización, el término «aquí» es «allí» y viceversa. David Norman, del departamento de arte impresionista y moderno, admite que «hoy existen compradores de todos los continentes, aunque la mayoría siguen siendo de EE UU. También, tenemos una buena representación de Europa occidental, además de rusos y asiáticos, que suelen competir por las piezas de gran valor», explica. Sotheby's ha empezado a recibir llamadas de Brasil y de India. De Asia, los compradores son de Hong Kong y Taipei. Sus gustos no cambian y siempre preguntan a Norman por Monet, un auténtio reclamo para este tipo de comprador. Desde las antípodas también se unen compradores de Australia, escasos hasta hace poco tiempo. David Norman lo resume con que «ahora el mundo es global y los negocios y el dinero también».

 

Así limpiaba, así, así...
El celo profesional de la limpiadora del Museo Ostwall de Dortmund resulta encomiable, sin embargo, los resultados artísticos han sido catastróficos. Una de las empleadas del servicio de limpieza creyó que la artesa de goma de la instalación «Cuando los tejados comienzan a gotear», de Martin Kippenberger, estaba manchada, realmente sucia. No lo dudó y, estropajo en mano la limpió con fruición, sin advertir que estaba destruyendo una obra de arte cuyo seguro ronda los 800.000 euros. El director del museo no se lo podía creer. Y el propietario, que había prestado la obra, tampoco. El artista, fallecido en 1997, no ha podido ver el estropicio. El debate sobre lo que se considera o no arte vuelve a estar servido.