Literatura
Amores urgentes
Sencillamente existe. Sin razón alguna. Pero existe. Pone en pie el vivir y tiene, casi siempre, un punto de delirio y apetecible lujuria. El amor –la necesidad de amar– persiste inalterable hasta el final, así obligue a ver la vida por la ventana de otros ojos. Su pulso, su aliento, ocupan el último libro de Ángel Fernández Fermoselle, «Los Amores Urgentes», editado por Kailas. Hay pasiones maravillosas y las hay que no lo son tanto. También otras imprescindibles y de las que hay que huir: son los amores urgentes. Esos que a veces tanto apetecen pero que consumen y arrancan la vida. Si en «Últimos Segundos» Fermoselle se enfrentaba cara a cara con la muerte, en «Los Amores Urgentes» desnuda con destreza los sentimientos con sus triunfos y derrotas, en un viaje apasionante al interior de la condición humana. La verdad duele. Pero sólo de su mano es posible el vértigo de la vida, con sus afanes y esperanzas. Es desde ese convencimiento desde el que escribe Fernández Fermoselle. Lo demás es otra cosa. Pertenece a la felicidad doméstica, no válida para quienes buscan la vida en carne viva. Para los que tropiezan una y otra vez y gustan poner el vivir a prueba. Pero si algo hay claro tras leer a Ángel Fernández Fermoselle, es que hay que huir de los amores urgentes, por más que prometan. No compensan. Lo más urgente es siempre esperar, como se demuestra, desde la senda de lo efímero, en los dieciséis relatos de «Los Amores Urgentes».
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