Estreno teatral

Chicas de oropel

La Razón
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Pocas veces hemos visto promocionar así una serie como «Las chicas de oro» en versión española. Tanto que parece que nos hemos pasado todo el verano con ellas. Esto tiene dos lecturas: que o bien TVE confía ciegamente en la calidad del producto, o que no las tiene todas consigo y necesita el bombo y platillo para atraer al público. En todo caso, es prácticamente seguro el bombazo de audiencia en el estreno, igual que el que hayan tenido que contar una vez más con José Luis Moreno para sacarles las castañas de la parrilla y aliviar cuentas gracias al arte del antiguo ventrílocuo para convertir en oropel todo lo que toca.

Cuando se habla de la crisis de la «sit-com», hete aquí que nos llega rediviva al hispánico modo una de las series de culto más admiradas y añoradas de las últimas décadas. Utilizando los ácidos guiones del modelo americano, debidamente aliñados al gusto nacional como quien cambia la hamburguesa por la sopa de ajo. «¿Cuál es nuestro target?», alguien se habrá dicho, «¡A esa hora, el público de la tercera edad! Así que vamos a darle su ración de carcajadas con dentadura postiza…». Pero en ese horario se agolpan frente al televisor gente de todas las edades, niños y mayores, juventud, jubilados, parados y hasta los sindicalistas liberados. Y lo que hace falta es la comicidad perenne de unas chicas de oro sin caducidad senil. En un difícil duelo con el producto original. Entre la sexagenaria sardónica, la dama clueca ninfómana, la dulce señora que chochea y la inveterada abuela respondona. Es una carga terrible la comparación con la Dorothy de Beatrice Arthur, la Blanche de Rue McClanathan, la Rose de Betty White y sobre todo la Sophia de Estella Getty, mitos inmorta- les prácticamente insuperables.

Pero contamos con algunas de nuestras más brillantes reinas de la escena, del calibre de Lola Herrera, Carmen Maura, Alicia Hermida y mi adorada Concha Velasco. Sólo por verlas nos gusta más la tele. Esperemos que la crueldad del medio no las jubile antes de tiempo.