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Venezuela

Como un príncipe por Pilar FERRER

La Razón
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Cuando llegó a Venezuela, en el año ochenta y nueve, deportado desde Argelia, Arturo Cubillas Fontán trabó relaciones con colectivos de la causa separatista vasca y grupos de la izquierda más radical. Entre ellos, la Coordinadora Social Simón Bolívar, directamente vinculada con el presidente Hugo Chávez. Adquirió la nacionalidad venezolana, se casó con una chica de origen vasco y regentó un bar bajo el nombre de Okers, el mismo del comando etarra al que había pertenecido. Desde entonces, inició toda una vida de privilegios, hasta trabajar para el Gobierno de Chávez en puestos importantes del área de seguridad.
Al conocer la decisión del Gobierno español de pedir su extradición, Cubillas se apresuró a negar cualquier acusación en una cadena de televisión venezolana. Sus presuntos vínculos entre ETA y las FARC, matriz de la investigación abierta por el juez Eloy Velasco en la Audiencia Nacional, parece que le suenan a chino. Y no tuvo reparos en atribuir «bajo tortura» las confesiones de los etarras Aristain y Besance, que afirman haber sido entrenados por el propio Cubillas. Lo cierto es que la Justicia española ve muchos indicios contra este hombre, que goza de una situación preferente dentro de la Administración de Chávez, quien le ha defendido públicamente.
La esposa de Cubillas, Goizeder Odriozola, trabaja también en el Ministerio de Agricultura y Tierra, y mantiene buenas relaciones con altos cargos del Gobierno de Caracas. Ambos llevan un buen nivel de vida, y dicen que Cubillas está muy tranquilo. Casi como un príncipe. Con sangre fría.