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EL ANÁLISIS: Nuevo ajuste

La Razón
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- ¿La reforma constitucional frenará a los especuladores?
–El acuerdo entre PSOE y PP para introducir en la Constitución el principio de estabilidad presupuestaria es de extraordinaria importancia, como han reconocido las autoridades económicas europeas. Y lo es porque, más allá de las inquietantes fluctuaciones diarias de la prima de riesgo, nuestros socios europeos reciben un mensaje de compromiso nacional. Y también lo es porque sería bueno que este acuerdo puntual tuviera continuidad con otros asuntos de Estado. Y uno de ellos es, sin duda, las reformas estructurales que necesita nuestra economía y que los empresarios venimos reclamando desde hace más de dos años y, particularmente, reformar un mercado laboral obsoleto e ineficaz.

- El Gobierno no descarta un nuevo recorte presupuestario, ¿cómo debería enfocarse?
–Los empresarios venimos repitiendo hasta la saciedad que no se puede gastar más de lo que se recauda. Las administraciones tienen que hacer un ejercicio de contención y de reorientación del gasto público. Es el momento de la austeridad y el realismo.

- ¿Servirá de algo recuperar el Impuesto de Patrimonio?
–Como dice nuestro presidente nacional, Juan Rosell, no tiene ningún sentido, como no creo que lo tenga el aumento de las presiones impositivas.

- ¿Qué ajustes son necesarios?
–No se trata tanto de calmar a los mercados, como de garantizar estabilidad económica para los próximos años. O hacemos profundas reformas estructurales de verdad, o comprometeremos el futuro de España por varias generaciones. Tenemos que detener la sangría del paro, tanto el general como el juvenil en particular. Y a eso se puede contribuir cambiando radicalmente nuestro marco laboral para hacerlo más flexible, realista, y que dé estabilidad a los trabajadores. Por eso, los empresarios proponemos el contrato fijo y único de 20 días de indemnización en caso de despido. Los empresarios queremos contratar, no despedir. Y las rigideces actuales lo impiden. A estas alturas del siglo XXI no se puede acusar a los empresarios de querer que las leyes laborales sean una selva sin ley, porque eso ya nadie se lo puede creer.