Oviedo
Otra victoria del ejército de barro
El equipo arqueológico de los Guerreros y Caballos de Terracota del Mausoleo de Qin Shihuang, situado en la ciudad china de Xian, ha sido galardonado hoy en Oviedo con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2010.
Son la avanzadilla hacia la eternidad del primer emperador de China. Siguen esperando ya un par de milenios en formación, bajo su piel de terracota, hasta que Qin Shihuang, que los mandó construir, les necesite en el más allá. También el emperador aguarda enterrado no muy lejos, bajo el monumental conjunto funerario de Xian, junto a sus miles de soldados, a que los arqueólogos le encuentren. Eso sí, cuando lo hagan, ya habrán recogido el Premio Príncipe de Asturias de Cincias Sociales. El jurado hizo público ayer la concesión del galardón al equipo de arqueólogos que dirige Liu Zhangheng por «dar a conocer al mundo la importancia cultural de China y su civilización milenaria, su organización social y su esplendor artístico». También destacaron la labor multidisciplinar que permite el estudio de un importante periodo de formación del imperio chino y que ha hecho posible que «millones de personas» se hayan acercado a esta cultura milenaria.
Ríos de mercurio Encontrados por casualidad en 1974 mientras un campesino buscaba agua, las fosas empezaron a devolver figuras de barro cocido hasta las más de 1.400 que se han recuperado hoy, aunque, según documentos historiográficos, el séquito del emperador estaría formado por más de 8.000 soldados. Cada uno con un rostro tallado a mano. En 2007 se descubrió enterrado un mausoleo de más de 30 metros donde se cree que está enterrado el emperador, entre ríos artificiales de mercurio, y, según cuentan las crónicas, bajo una esfera celeste. Los últimos equipos de detección han dado con una estructura de cámaras y escaleras, pero aún no se ha comenzado su excavación. «El hallazgo ha ayudado a comprender muchas cosas sobre el cambio de mentalidad de aquella dinastía, empezando por el afán de inmortalidad de su emperador, por sus ansias de universalidad, la estructura social que impuso y el origen de una identidad que perdura», asegura Gabriel García-Noblejas, doctor por la Universidad de Granada y especialista en la China antigua. «Fue él quien afianzó un pasado común y glorioso que todavía reivindican todos los que se consideran chinos», afirmó.
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