Nueva York
Doña Pilar de Borbón: «Doña Letizia ya está preparada»
La hermana del Rey presentó ayer el popular Rastrillo, que arranca el próximo viernes en la Casa de Campo
«Para vieja y malhumorada ya estoy yo. Necesitamos gente joven y solidaria para sacar esto adelante». Con este llamamiento, la Infanta Doña Pilar presentó ayer el popular Rastrillo que se celebrará en la Casa de Campo de Madrid entre el 18 y el 27 de noviembre y cuyos fondos irán destinados a sostener a los 1.063 chavales que acogen en los 129 hogares que Nuevo Futuro tiene entre España, Portugal, Senegal, Colombia y Perú. Con esa fina ironía, lo mismo da esquinazo a la polémica generada en torno a Iñaki Urdangarín –«de la familia no hablo, tampoco de política porque estamos en campaña»–, que afronta las preguntas sobre el debut televisivo de una de las hijas de Don Leandro de Borbón: «Los ‘‘realities'' me aburren que me matan». Así es la hermana de Don Juan Carlos: inteligente y directa. Sin medias tintas.
–Se define como «vieja y malhumorada»...
–¿Sabe qué ocurre? Desde que tengo 75 años he decidido hacer y decir lo que me apetece y eso me divierte mucho y hace que me sienta más libre. Eso sí, intento no pasarme porque sé dónde están los límites. Está claro que una ya no es joven. Llevo 43 años en el Rastrillo, imagínese otros 43 allí, no habría quien me aguantase. Es ahora y, después de diez días, acabamos para el arrastre...
–Y eso que ya no se la ve tanto detrás de la barra del bar.
–Echo muchísimo de menos atender a la gente, aunque comprendo que mi lugar pasa por acompañar a todos los que colaboran.
–Supongo que este esfuerzo se verá recompensado cuando ve el rostro de los niños a los que ayudan.
–Le diré que no voy nunca a visitarlos. El motivo es sencillo. Los niños y jóvenes a los que acogemos están tan marcados por la sociedad y por sus problemas personales que si una persona como yo les rompe la cotidianidad, implica volverlos a señalar con el dedo.
–Hace unos meses el Gobierno se mostró partidario de borrar del mapa todos los hogares y centros de acogida, para que los menores en riesgo de exclusión sólo estuvieran en manos de familias a las que se les «pagaría» por ello.
–Un proyecto como el nuestro o el de otras entidades que trabajan en la misma línea es más caro que una familia que puede recibir una media de 600 euros por niño. Con todos mis respetos, esta modalidad no ha dado buenos resultados hasta ahora, entre otras cosas porque los chavales que se reciben tienen unas circunstancias complicadas, lo que exige una presencia continua de terapeutas, educadores sociales... Se necesita una formación específica para ayudar a aquellos que proceden de una situación de maltrato o violación.
–¿La sociedad mira a otro lado ante estas realidades?
–Por lo que a Nuevo Futuro respecta, los españoles son tremendamente generosos con nosotros y sensibles a los proyectos que planteamos. Eso no quita para que estemos viviendo, por ejemplo, en unas ciudades en las que hay un mayor aislamiento, la gente es más desconfiada, no sabemos quién es nuestro vecino de abajo... Esto antes no sucedía. Como dice una amiga mía, hay que estar a distancia de perejil, tenemos que contar más unos con otros.
–Volviendo al Rastrillo, ¿cuál es la compra que recuerda de forma especial?
–Mire, mi marido adquirió un cuadro que colgó en casa. Lo odié desde el día que entró y nada más morirse Luis lo vendí por lo mismo que costó en el siguiente Rastrillo. Le tenía tanta manía... Fue la primera y única traición a mi marido.
–¿Cómo consigue que toda su familia se vuelque con el Rastrillo?
–Vienen todos los que pueden. Ahora uno de mis nietos está trabajando de barman fantásticamente, porque le enseñó su padrino. Pero este año lo va a tener complicado por la carrera universitaria.
–¿Les da muchos caprichos a sus nietos?
–No, porque no son caprichosos. Sí me gusta llevarlos de vez en cuando a comer bien, y eso lo aprecian.
–¿Era más dura con sus hijos?
–Más o menos igual. Eso sí, antes tenía a mi marido, que era una gran ayuda. Ahora lo que hago es volcarme con aquellos que más lo necesitan. Por ejemplo, a los de Simoneta sólo les queda una abuela, que soy yo, y eso se nota, porque los de Beltrán tienen hasta bisabuela y están muy cuidaditos.
–¿Doña Sofía y Doña Letizia acudirán este año?
–Como siempre, las hemos invitado y estamos esperando la respuesta.
–La Princesa de Asturias se ha convertido en una incondicional...
–Sé que disfruta y que compra como cualquier madre lo hace para sus hijos.
–En las últimas semanas son muchos medios los que coinciden en presentar a Doña Letizia y a Don Felipe como «los mejores embajadores de España».
–Realmente se compenetran muy bien, son personas inteligentes, bien formadas, hablan idiomas, y eso para poder moverte en el mundo es muy importante. Además, que sean jóvenes y guapos ayuda muchísimo.
–¿Cree que se ha sido muy beligerante con ellos?
–Yo no podría juzgar eso. Lo que está claro es que ya están muy preparados y que cumplen muy bien con su deber.
Voluntarios en familia
Luis Alfonso de Borbón, sobrino de Doña Pilar, acude al Rastrillo desde que tiene uso de razón de la mano de su abuela, Carmen Franco. Ahora, su esposa, Margarita Vargas, también hace lo propio en el pabellón de la Pipa. «Somos unos afortunados por tener salud, por estar aquí. Por eso es necesario que busquemos tiempo para dar algo a los que más lo necesitan», comentaba Margarita, visiblemente más delgada, enfundada en un Ángel Schlesser y sobre unos Louboutin. «Mi madre y mi familia están muy contentos de nuestro regreso de Nueva York a Madrid porque así pueden ver más a nuestros hijos», comentó Luis Alfonso.
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