Albacete
La teoría y la práctica
Novena de feria. Toros de Adolfo Martín, desiguales pero en conjunto serios y duros. Complicados y exigentes. Tres cuartos de entrada.Javier Castaño, de azul noche y oro, pinchazo, corta, cuatro descabellos (silencio); casi entera, un descabello (ovación); pinchazo, entera, dos descabellos (silencio).Sergio Serrano, de corinto y oro, entera (oreja); entera (palmas); pinchazo, casi entera, dos descabellos (silencio).De las cuadrillas destacaron David Adalid, Basilio Mansilla y Raúl Blázquez y, a caballo, Daniel López.
Dice la teoría que, a toros como los lidiados ayer en Albacete en la penúltima corrida del abono, hay que darles una lidia especial y dando importancia y atención a los distintos tercios, puesto que en los primeros este tipo de toro tiene que ir siendo ya sometido so pena de que llegue a la muleta muy entero y con demasiado poder. Es preciso luego llevarles por bajo, procurar castigarles doblándose y, fundamental, llevarles muy metidos en la muleta, muy tapados y sin
dejarles ventanas ni opciones para que se oriente. Una lidia antaño bastante común, dado el tipo de toro que solía lidiarse, y aceptada por el público y que hogaño no suele ser utilizada por los de luces, que siguen empeñados en ponerse bonitos y tirar del derechazo y del natural, olvidándose de las siempre necesarias -en función del toro- y socorridas faenas de aliño en las que lo básico es preparar al toro para la muerte dado sus pocas o nulas condiciones para el lucimiento
que ahora se exige casi siempre.
Claro que una cosa es predicar y otra, bien distinta, es dar trigo. No es lo mismo la teoría que la práctica. Y que es muy fácil decirlo, pero el que se pone delante del toro a lo mejor no lo ve así.
Y les costó lo suyo a Javier Castaño y Sergio Serrano, que se enfrentaron a un encierro de Adolfo Martín muy serio, duro y correoso y tan exigente como complicado.
El albacetense Serrano se llevó la única oreja de la tarde al matar con rapidez a su primero, el más noble de la corrida, al que sacó un buen par de tandas de naturales pero sin acabar de macizar su labor. No se entendió con su segundo fue cambiando a peor conforme avanzaba su
lidia y por momentos se vio desbordado por el sexto.
Javier Castaño logró sus mejores momentos con el también noblón, y un punto soso, tercero, con el que cuajó unos naturales a cámara lenta que fue de lo mejor de la tarde, pero en un trasteo en conjunto muy desordenado. Con su primero, andarín y enseguida orientado, sólo pudo
estar valiente y con el imponente quinto, ovacionado de salida pero sin humillar nunca y pendiente del torero en todo momento, no se confió nunca, buscando un lucimiento a base de una táctica que se demostró equivocada.
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