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Economía protestante

La Razón
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La derrota de Obama invita a evocar a Max Weber, porque el auge del Tea Party ha sido relacionado con las raíces religiosas de EE UU. En una tesis célebre, Weber asoció el protestantismo con una ética del trabajo que propicia la laboriosidad y la eficiencia. La realidad parecía darle la razón, dado el empuje económico de las naciones germánicas, nórdicas y anglosajonas, pero el catolicismo no había constituido rémora para la prosperidad de Venecia, por no hablar de España. Vuelve sobre el asunto Benito Arruñada, catedrático de la Pompeu Fabra, con su trabajo: «Protestants and catholics: similar work ethic, different social ethic», Economic Journal, septiembre 2010. El estudio, que tiene el mérito de sostener su análisis en datos empíricos, no encuentra desde el punto de vista de la ética del trabajo, el esfuerzo y la eficiencia, distinción alguna entre ambos cristianismos. En cambio, explora la ética social, y allí encuentra algunas diferencias, porque los protestantes tienden a ser más activos en el control social mutuo, a respetar más las instituciones, a condicionarse menos por los círculos cerrados de familia y amigos, y a compartir valores más homogéneos. Concluye Benito Arruñada: «Todas estas características operan a favor de los mercados anónimos, en tanto que facilitan el cumplimiento de la ley y reducen el coste del intercambio impersonal».