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Diario de un hombre lobo en Sitges: lo mejor del festival

Lo prometido es deuda, y ayer quedó pendiente hablar de "La posesión de Emma Evans". Si hiciéramos como los periodistas deportivos, que unen semanas y semanas en sus estadísticas cuando dicen que tal portero lleva nosecuántos minutos sin encajar un gol, se podría decir que el festival de Sitges arrancó ayer su racha más triunfal, unas cuatro horas y media seguidas -comenzando el miércoles por la tarde y siguiendo hasta hoy jueves a mediodía- de buen cine en su Auditori.

Fotograma de la película "Monsters"
Fotograma de la película "Monsters"larazon

Buen cine con sello español además: Manuel Carballo, un joven y descarado cineasta criado en la factoría Filmax, dijo, más chulo que un ocho, "aquí estoy yo, y me voy a marcar una película de exorcismos". El resultado, rodado en Londres y con reparto anglosajón -atención a la chavala, la irlandesa Sophie Vavasseur, tremenda-, no es "El exorcista".

Pero tampoco lo pretende; es más, trata con premeditación y acierto de alejarse del modelo del "padre"Friedkin, la cinta que ha marcado al subgénero. Si al comienzo del certamen otra original película de posesiones, "The last exorcism", nos hizo creer que aún se le pueden dar muchas vueltas al tema, el filme de Carballo renueva las esperanzas.

Vale, no es un largometraje perfecto, pero démosle cuartelillo al joven director: es una segunda película y está muy bien, salvo algún momento en el que, inevitablemente, se escapó alguna risa entre el público. Cosa por otro lado normal en Sitges, donde el respetable sabe de cine y no pasa una (ay, esas muertes a cámara lenta...).

Aquí se aplaude y se abuchea con energía. De entrada, que no le silben a uno la película puede casi considerarse un aprobado alto. Y ya si te aplauden, has triunfado. "La posesión de Emma Evans", que se estrenará en breve en España, mete al diablo en una casa de clase media a través de su hija adolescente, y el gran mentiroso va haciendo cisco a la pobre familia. Ojo al final de esta historia, tiene sorpresa.

La cosa iba bien y siguió bien con "We are the night". Los fans más acérrimos de la serie B y las películas de vampiros han salidos decepcionados del pase. A quien escribe, le ha gustado la nueva historia de Dennis Gansel, ese alemán que nos zarandeó con sus chavales de encefalograma plano capaces de dejarse arrastrar por el experimento de un profesor hasta un neofascismo disfrazado en "La ola".

Debe de ser que en cuestión de vampiros ya está casi todo inventado, y a poco que una película no contenga demasiadas chorradas, esté bien hecha y tenga un puntito de originalidad, es fácil pasar un buen rato. Quizá esta cinta de consumo y discotecas nocturnas con vampiresas guapas y glamourosas que se dan con tanta entrega a los placeres de la sangre como a la música techno más machacona sea la antítesis de la política "La ola". Aquí hay poco mensaje más allá de la historia de amor que, como en Coppola, vive una de ellas más allá de los siglos. Pero oiga, está rodada con oficio y se pasa un ratillo.

La gran sorpresa se llama "Monsters". Quiero más películas así. Aclaremos: es de esas cintas que los más radicales defensores del género machacarán. A los gigantescos alienígenas que sirven de telón de fondo del debut del inglés Gareth Edwards se los ve poco y mal, apenas un par de escenas y siempre de noche.

Quienes busquen algo en una película de aliens más que látex, muñequitos o efectos digitales, se sorprenderán con una historia redonda, con personajes y profundidad. Un viaje cercano a la "buddy movie"con historia de amor y reflexión sociopolítica que protagonizan un fotógrafo y la hija de su jefe, con la que le ha tocado hacer de canguro a través de un México poblado por monstruosas criaturas llegadas del espacio.

Como ocurría en la extraordinaria -al menos su primera hora- "District 9", aquí no hay secretismos: todo el mundo sabe de qué va la cosa y los EE UU y México han cerrado una enorme franja de terreno en la frontera, casi medio país, que es "zona contaminada"por las criaturas, una especie de calamares colosales y peligrosos contra los que el ejército se emplea a fondo con tanques, aviones y misiles. Parece increíble que un novato haya sido capaz de volar tan alto en las posibilidades que ofrece el género cuando se le sabe sacar provecho. No se la pierdan. Salvo que sean "frikis"y sólo quieran ver bichos.