Colombia

Una peligrosa extravagancia por Gustavo de ARÍSTEGUI

La Razón
La RazónLa Razón

Desde su elección en diciembre de 1998, Hugo Chávez Frías ha tratado de cumplir fielmente su hoja de ruta hacia una dictadura plena, cuya ideología, si así puede llamársela, es una estrafalaria mezcla de militarismo, caudillismo, populismo, fascismo y estalinismo. Casi nada, una mezcla explosiva. Lo único que ha impedido que Chávez llegue a consumar [plenamente sus planes totalitarios es la tenacidad y coraje de la inmensa mayoría de los venezolanos demócratas convencidos y rabiosos defensores de sus libertades.

La popularidad de Chávez está en caída libre, desde más del 70% en sus inicios a menos del 30% en estos momentos. Pero Chávez ha desmontado el Estado de Derecho, ha destruido las instituciones, ha politizado y neutralizado a las Fuerzas Armadas, ha perseguido, inhabilitado o encarcelado a la oposición, ha acosado, perseguido o cerrado a los medios de comunicación críticos de su desastrosa gestión como gobernante y críticos de su carácter dictatorial y autoritario. En definitiva ha puesto las bases de una terrible y opresiva dictadura, y todo pareciera indicar que con posibilidades ciertas de perpetuarse en el poder.

¿Por qué ha podido salirse con la suya? ¿Por qué su expansionismo y su exportación de radicalidad e inestabilidad sigue siendo en buena medida incontestada por la comunidad internacional y por algunos dirigentes de América Latina? En el caso de España por qué el Gobierno socialista ha creído durante años que la cordialidad con Chávez y la laxitud frente a sus abusos, excesos y disparates era un eficaz imán de votos de la izquierda española que se encuentra ideológicamente más a la izquierda de la socialdemocracia, y de ahí su complacencia. Una muestra de preocupante irresponsabilidad en política exterior...

Las fanfarronadas y dislates en política exterior de Chávez, sus amenazas a los vecinos, rupturas de relaciones diplomáticas incluidas, su connivencia con el terrorismo de las FARC, el ELN y ETA, su complacencia, quién sabe si más, con el narcoterrorismo que azota a Colombia o sus delirante alianza con el régimen de Mahmud Ahmadineyad y sus amigos, no ha sido tenido en cuenta por casi nadie justamente porque casi nadie se toma en serio a Chávez salvo quienes le sufren. Paradójicamente es justamente eso lo que le salva, el que sus peligrosa políticas sean consideradas bufonadas estrafalarias y extravagantes sin consecuencias reales. He ahí su seguro de vida y lamentablemente la certeza evidente de estar empujando por lo menos a Venezuela y a los venezolanos al mas profundo de los abismo, el de una dictadura implacable, sin escrúpulos y sin visos de final a corto o medio plazo, un verdadera tragedia.

No tomarse en serio el riesgo cierto e inminente que representan Chávez y su régimen es de una irresponsabilidad imperdonable. Ahora ha sido Colombia, bueno casi siempre es Colombia, hay que ver que obsesión tiene el caudillo Venezolano con la democracia colombiana, su permanente apoyo a radicales, terroristas o narcoterroristas, su defensa de quienes como Irán desafían gravemente a la comunidad internacional, mañana, quién sabe, promover otro golpe de Estado en Honduras o en otra república latinoamericana, provocar escaramuzas y quién sabe si guerras en el Caribe o algo peor. Ya va siendo hora de que nos tomemos en serio el riesgo que representan Chávez y sus aliados, por estrafalario, excéntrico, extravagante o disparatado que le pueda parecer a alguno. La ridiculez y la bufonada no han sido nunca impedimento para provocar inmensas tragedias, y eso tiene muy poca gracia.


Gustavo de ARÍSTEGUI