Literatura
Aramburu y la excelencia
Reúne ocho historias redondas en «El vigilante del fiordo»
Hay autores que han hecho de su literatura una forma de tomar partido por la diversidad humana en contra de anhelos utópicos y retórica vana. De ahí que sea inevitable que escriban aquello que los demás no quisieran oír. Le pasa a Pynchon, Claudel o Menéndez Salmón. Incluso al poliédrico Justo Navarro, aunque de otra forma. Cuando llega una nueva entrega de cualquiera de ellos, uno sabe que habrá implicación, sacudida sanguínea y crepitar de huesos de la conciencia. Aunque no sea continuación, ni menos segunda parte, este «Vigilante del fiordo» tiene idéntico director de fotografía que «Peces de la amargura».
Está igualmente empeñado en retratar la percepción del daño, en este caso sordo, cotidiano. Con idéntica humildad, la misma ausencia de aseveraciones y altísima graduación en el idioma, destilado a partir de orujo de palabra. Suele rozar el existencialismo con dosis de pluma despiadada –como sólo los buenos saben serlo–, pero escorando siempre la grandilocuencia. Aramburu es un escritor modesto que sabe rozar la excelencia y dejar el preceptivo hueco para el humor en sus alforjas. Todo para explorar la condición del hombre, combinando lucidez con el cumplimiento «matemático-bachiano» de las funciones estéticas que la alta literatura exige.
Una mujer llora en el metro
Ocho historias son la base de estos relatos que siempre guardan el conveniente secreto: un matrimonio en plena huida, al borde de un mar que no es el suyo; una mujer llorona en una estación de metro; vidas cruzadas de víctimas del 11-M, las extrañas vacaciones de un niño con su siniestro padre; dos viudos que contactan por internet o un hombre que relata su propio entierro. El más redondo es el que da título al libro, donde se relata la psicosis de un vigilante de prisiones tras un atentado. Parece difícil que Aramburu vuelva a escribir poesía. Dejó claro tras su antología «Yo quisiera llover» que ya no era su mejor soporte artístico. Poco importa el género que aborde, pues la poesía continúa en su mirada, la metáfora oportuna y la filiación irracionalista. Seguirá asumiendo con maestría sus nuevos poemas narrativos con trama, asistido de la sintaxis más austera. Él decía: «Desde el punto de vista del aprovechamiento literario, he adoptado al género humano como animal de compañía»... Sólo queda esperar que las atmósferas de «Bami sin sombra» vuelvan a cruzarse en su camino.
Sobre el autor
es uno de los narradores más destacados de su generación y tiene en su haber importantes premios
Ideal para...
quienes ya disfrutaron con su anterior obra, «Los peces de la amargura», y para todos los que quieran redescubrir a un gran autor
Un defecto
Se echa en falta que al menos hubiera escrito dos o tres relatos más
Una virtud
Aramburu tiene una, y grande, y se encuentra entre la portada y el rótulo de «Fin»
Puntuación. 9
«El vigilante del fiordo»
F. Aramburu
tusquets
192 páginas. 15,32 euros.
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