OPINIÓN: Mouliaa

Ahora tendrá tiempo para dedicarse a su verdadera vocación: la música, la composición o la producción Los bancos y los imperios pasan, y hasta las más altas industrias financieras tienen su viernes negro, pero los viejos roqueros nunca mueren. Juan Mouliaa se acaba de prejubilar como jefe de la Obra Social de la Caja Mediterráneo (CAM), o como se llame ahora, que no acabamos de enterarnos muy bien en plena siesta de agosto, mientras escribo frente al asilvestrado matorral que le ha crecido a la porquería que cubre sus bahía tras décadas recibiendo escombros mineros. Este paisaje es un buen símbolo actual, o la metáfora, de los detritus a que quedan reducidos los sueños.
A Juan Mouliaa hace tiempo que le rondaba la idea de jubilarse y regresar a las viejas melodías de juventud, aquellas que interpretaba, guitarra y voz en ristre, en viejos grupos pioneros de la música pop española. Y lo hacía como los ángeles (que he escuchado yo grabaciones e interpretaciones amistosas en directo).
Por si alguien no lo sabe, viéndolo ahora metido en su rotunda humanidad y encorbatado, Mouliaa está en la historia de la música moderna de la Región.
Digo que hace tiempo que quería irse, aunque no lo dejaban del todo, pero las actuales circunstancias, que no sabemos adónde nos llevarán lo han terminado de convencer. Qué tiempo tan feliz, que ahora volverá, pese a lo que dice la vieja canción. Feliz retorno, Juan.