Industria de Moda

De pie(s) por María José Navarro

Sarkozy es una de esas personas que bajan con zapatos a la playa
Sarkozy es una de esas personas que bajan con zapatos a la playalarazon

Mis queridos niños: repasando las lecciones caniculares sobre comportamiento y atuendo, he caído en que, todavía y a estas alturas, aún no hemos hablado de los pies. En invierno, y salvo raras excepciones como la de los frailes franciscanos, esa parte de nuestro cuerpo va bien cubierta, amiguitos, y ése es otro de los detalles que debemos agradecerle al frío. En verano, sin embargo y desgraciadamente, el ser humano, y en concreto el español, opta por calzarse cosas rarísimas, desacertadas, poco favorecedoras y que le sientan como a un Santo Cristo dos pistolas. Pongamos algunos ejemplos. Comencemos por el náutico, ese quiero y no puedo del calzado masculino por excelencia, aunque hay algunas mujeres que ya se atreven a usarlo sin temor a que se las señale por la calle. El náutico, hijos míos, es muy cargante. Puede que a estas alturas me esté jugando el puesto porque, como si lo viera, algún jefe de sección de este periódico e incluso el propio director estén ahora pidiendo mi finiquito después de percatarse de que tiene el armario lleno, pero mi deontología profesional me impide mentir. Entre el toquecito marinero, los colores, los adornos metálicos y la querencia a combinarlos con bermudas, son insufribles. Son poco serios, la verdad. O demasiado, según se mire, porque ni te quitan sobriedad ni te dan algo de chispa. Como quiera que siempre es preferible preservar el puesto de trabajo a que te pongan en la calle, diré que aunque no soy partidaria, no es el calzado más indigno. Hay cosas peores, señores, sin ir más lejos, la zapatilla deportiva. Cuidado: no estamos hablando de las Adidas Nastase precisamente, no; nos estamos refiriendo a las de imitación tipo Predator, pero de asfalto. Ésa es una zapatilla muy tenaz y muy fiel, muy constante. El maromo que las usa rara vez las deja descansar y rara vez, por lo tanto, visitan una lavadora. Nenes, hay que darles un agua de vez en cuando, hacedme caso. La pseudo Predator suele acompañarse de pinkie, que es ya el remate. Tienen, además, otra característica muy significativa, y es que parecen unidas irremediablemente al pesquero (al que ya nos hemos referido en anteriores lecciones con una arcada seca, que es ese pantalón que acorta la pierna, y da luminosidad a la zona con pelo) y al bolsico bandolera cruzado. Si a esto ya le unimos una buena gafa de sol pantalla con los ribetes en blanco, estamos ante el prototipo de español moderno, que, para colmo de males, se echa mucha colonia. De todas formas, hemos dejado para el final el invento letal, la pesadilla de la elegancia, el objeto que acabará con nuestra especie, el espanto supino, el horror, el gore, el acabose. Mis queridos niños, escondan a sus mascotas, porque, sí, efectivamente vamos a hablar de la chancla. (Continuará)