Barcelona
Castigan con la suspensión al religioso de «Gran Hermano»
Sus superiores pueden levantar la sanción si se arrepiente
No ha tenido que esperar ni una semana en el concurso para ser «nominado», aunque no ha sido por sus compañeros de «Gran Hermano» y sí por su orden religiosa. Ayer, el Superior General de la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón, Mark McDonald, con el consentimiento del Consejo General de esta comunidad misionera, rubricó el decreto de suspensión «a divinis» del religioso Juan Antonio Molina Sanz por participar en «Gran Hermano» desobedeciendo a sus superiores. A Molina se le prohíbe todo trabajo pastoral con los fieles, la celebración pública de la Eucaristía, predicar y confesar. La duda está en saber hasta qué punto le compensa a Juan Antonio Molina participar en «Gran Hermano» a cambio de ser suspendido.
Al contrario que los jóvenes seminaristas que participaron en ediciones anteriores, Juan Antonio Molina es un hombre de edad madura, sacerdote, misionero del Sagrado Corazón y profesor en el colegio de esta orden en Barcelona, el San Miguel. Es una comunidad vibrante, con intensa vida espiritual, ortodoxa en doctrina y que ha dado mártires a la Iglesia, como José María Gran, asesinado en las misiones de Guatemala en los años 70. Molina ha participado en medios de comunicación hablando a favor de la vida y en contra de la eutanasia y tiene fama de ser fiel al Magisterio y la enseñanza católica. Sin embargo, por su afición a la cultura de las motos de gran cilindrada, algunos compañeros lo consideraban «un poco excéntrico». Los Misioneros del Sagrado Corazón llevan desde el siglo XIX evangelizando en lugares de lo más complicado, pero al parecer sus superiores consideraron que «Gran Hermano» era un territorio demasiado hostil o que Molina no estaba preparado.
Prohibición expresa
Su superior provincial, Wilfredo Arribas, le prohibió expresamente acudir al programa. Él mostró su desobediencia al entrar en plató e inmediatamente el Arzobispado de Barcelona hizo público el decreto de suspensión firmado por su superior en Roma, Mark McDonald. Se trata de una sanción muy severa, pero temporal, que sus superiores pueden revocar cuando Molina exprese su «deseo sincero de cambio y conversión». La suspensión no impide que celebre la misa en privado, como es su obligación al ser sacerdote, pero ¿qué privacidad ofrecen las cámaras de «Gran Hermano»?
Sea como fuere, Telecinco se encuentra en el mejor escenario posible para que esta edición de «Gran Hermano» –que registró en su arranque un 25% de cuota de pantalla y tres millones y medio de espectadores– conquiste a la audiencia. La primera polémica ya está servida y los guionistas ya estarán preparando cómo sazonarla. Presumiblemente, le comunicarán al sacerdote su suspensión. Queda por ver cuál será la reacción de éste.
Desobedece a su comunidad
- La suspensión significa que no puede confesar, predicar, celebrar misa en público ni ejercer ningún trabajo pastoral (excepción: atender fieles en peligro de muerte cercana).
- Se le castiga por desobedecer a su superior y para educarlo: si expresa deseo de cambio sincero y obedece se retirará la sanción.
«Es buen cura, pero alocado y le gusta jugar al límite»
«El padre Molina lo que quería, sinceramente, era evangelizar y, a la vez, probar una nueva experiencia. Su problema es que le gusta jugar al límite», explica a LA RAZÓN una persona que le conoce bien del colegio. «Es buen cura, su doctrina es sana, las misas las hace bien, los chavales le aprecian, defiende la vida y la familia, pero es alocado. Los otros religiosos, más mayores que él, están enfadados por el escándalo. Recibirá un dinero de la productora, pero el dinero no le interesa: lo dedicará a las misiones, y una parte a su familia, que no es pudiente. Ojalá lo deje, pero por su carácter querrá seguir jugando».
✕
Accede a tu cuenta para comentar