Afganistán
Brecha por la salida de Afganistán
Las divergencias entre la clase política y militar sobre la guerra podrían aumentar de cara a las elecciones del «midterm».
Las distintas visiones del poder político y el poder militar estadounidense sobre la guerra de Afganistán quedaron ayer de nuevo patentes. Un día después de que el comandante de las tropas de la OTAN, el general David Petraeus, ofreciera una postura flexible sobre el calendario de salida de los soldados estadounidenses en el país asiático, el secretario de Defensa, Robert Gates, afirmaba lo contrario en «Los Angeles Times».
«No existe ninguna duda en la cabeza de nadie de que vamos a comenzar a retirar las tropas en julio de 2011», sostuvo Robert Gates. Al parecer el encuentro del secretario de Defensa con el periódico californiano se produjo el jueves pasado pero la entrevista no se publicó hasta ayer, lunes.
Por lo tanto, las declaraciones de Gates no se pueden tomar como un tirón de orejas a Petraeus pero sí son una prueba (más) de las divergencias que existen entre Washington y Kabul sobre el final de la guerra.
Mientras el comandante de las tropas americanas trata de salvaguardar los tímidos avances registrados este año y defender la posibilidad de la victoria sobre los talibán; en los círculos más progresistas de su país consideran Afganistán como una guerra «open ended» (sin final) e insostenible por las pérdidas humanas y económicas. No en vano, este fin de semana el número de soldados extranjeros muertos desde 2001 superó los 2.000, según la organización iCasualties.org. Hace una semana, además, un informe de Naciones Unidas, publicó que las víctimas civiles habían aumentado un 20% en el último año. Dos datos terribles que repercuten en la moral de la sociedad norteamericana frente a una guerra que dura nueve años.
Consciente de esta presión ciudadana pero también de cuál es la situación sobre el terreno, el general David Petraeus ha querido ofrecer en sus primeras declaraciones tras su llegada hace un mes una visión menos derrotista sobre el conflicto. «Conociendo a Petraeus, creo que él tiene en mente "ganar"la guerra, mientras que Obama sólo ve el momento de llegar a la fecha de salida», explica a LA RAZÓN, Rafael L. Bardají, director de Internacional de FAES.
«En cualquier caso –continúa Bardají– la verdadera apuesta del comandante de las tropas americanas es doble: por un lado, acelerar una componenda política con los talibán moderados, que permita extender la seguridad en los próximos meses, tal y como se hizo en Irak; y en el frente doméstico, convencer a Obama de que la guerra es todavía ganable con algo más de tiempo».
No cabe duda de que Petraeus ha querido trasladar a los norteamericanos que el éxito es todavía factible. Falta por ver si el general Petraeus, que cuenta con las credenciales de lo que se ha denominado el «milagro iraquí» –la reducción drástica la violencia en tres años y el inicio de una normalidad precaria–, vencerá el escepticismo que reina en la Casa Blanca. «Que el presidente Obama acepte prolongar la campaña es harto problemático, sobre todo si se da un batacazo en las elecciones de mid-term en noviembre», comenta el director Internacional de FAES y especialista en asuntos estratégicos.
Petraeus para conseguir este voto de confianza se ha rodeado de los mismos nombres que le ayudaron en Irak como el general McMaster y Frederick W. Kagan. Su predecesor, Stanley McCrystal que cayó en el intento le observará desde sus clases en Universidad de Yale sobre el nuevo orden.
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