Historia

Historia

Estado gaseoso

La Razón
La RazónLa Razón

Hace unos meses asistí a un acto académico, un poco aburrido, como debe ser. Lo animó un catedrático de larga experiencia. En un momento de su intervención llegó a decir que la realidad no existe: sólo existen los relatos que cada uno de nosotros nos hacemos y nos contamos. Acto seguido, afirmó que las ideas no tienen ninguna influencia sobre la realidad: es la realidad –inexistente unos minutos antes– la que determina las ideas y decir lo contrario es puro «idealismo». Total, que la realidad no existe pero todo depende de ella. El catedrático en cuestión pertenece a una generación que viene manteniendo desde hace muchos años una visión de izquierdas, progresista, sólida y retrospectivamente, se entiende, antifranquista. El eje para comprender la historia de España era para ellos la lucha de clases. En éstas llegó Rodríguez Zapatero y con él desembarcó la postmodernidad. Todo lo sólido empezó de pronto a desvanecerse en el aire. La Transición dejó de ser ese glorioso momento en el que la izquierda venció al oscurantismo e impuso la democracia. Al contrario, la Transición significó desde entonces el triunfo de lo más turbio del franquismo, que logró manipular la nueva situación y sofocar las fuerzas emancipadoras. Aun así, éstas triunfaron en 2004 y desde entonces la historia de España no se declina sólo en modo marxista, de lucha de clases o de izquierda y derecha. Ahora el eje de la historia de «este país» es la identidad, el conflicto entre géneros, opciones, centro y periferia, entre nación inacabada y floja, pero ferozmente represora, y nacionalidades cuajadas y completas, aunque reprimidas y expoliadas. De Marx pasamos al conflicto identitario y de Santos Juliá, a Bibiana Aído. Entre las muchas consecuencias de este deslizamiento epistemológico, por así llamarlo, está el haber descolocado a buena parte del «establishment» académico e intelectual, que ya no sabe si es jacobino, marxista, identitario o postmoderno, ni si sigue siendo de izquierdas o ha pasado a ser de derechas. ¿Por qué relato optar? ¿Existe la realidad? ¿Existo yo? Es de los muchos desarreglos que Rodríguez Zapatero, figura histórica donde las haya, está dejando a su paso por la Presidencia.