«Inmaduros»: A la repesca por Sergi SÁNCHEZ

La comedia italiana no pasa la reválida. Vuelve a presentarse a la selectividad, con la intención de reverdecer sus laureles, pero suspende el examen oral. Quizá ni siquiera fuera su objetivo rememorar tiempos mejores, sólo apelar a un sector del público que aspira a verse reflejado en la pantalla sin hundir los pies en el fango de la astracanada. Ese sector del público que, rozando los cuarenta, aún no ha tomado las decisiones que el orden social vincula con la madurez –vivir en pareja, tener un hijo, independizarse, etc.–, acomodados en una adolescencia perpetua. Hay que entender «Inmaduros» como fruto de una astuta estrategia de marketing, que quiere vender el atractivo de un estilo de vida para redimir sus frivolidades con la excusa de hacer crecer a sus personajes.
La premisa de la comedia de Paolo Genovese, híbrido bastardo entre «Reencuentro» y «Promoción fantasma», es completamente inverosímil, aunque sirve como motor para resucitar ese argumento universal que propicia la reunión de unos cuantos amigos que han pasado varios años sin verse y que comparan sus trayectorias vitales para comprobar que nadie ha cumplido sus sueños. Sin embargo, los problemas de los personajes de «Inmaduros» están tratados con tanta ligereza, son tan banales, que ni siquiera son capaces de generar complicidad. Son puro cliché.