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Londres

No habrá photocall en la boda de Carla Goyanes por Jesús MARIÑAS

La medida supone decepción y hasta indignación para los fotógrafos. Aunque el cupo casamentero ya está sobrado con la magnificencia desplegada en Londres por Catalina y Guillermo, y con los oropeles monaguescos de la boda de Alberto y Charlene, lo de Carla Goyanes y Jorge Benguria suponía una guinda apetitosa para el recién estrenado verano.

Carla Goyanes y Jorge Benguria, en la boda de Rafa Medina
Carla Goyanes y Jorge Benguria, en la boda de Rafa Medinalarazon

Al parecer, los planes originales de montar el enlace en esa Marbella aglutinadora de celebridades y su vecina Guadalmina imponen molestas restricciones. La finca Cortesín donde se celebrará es una especie de hacienda reconvertida en hotel inexpugnable. Está casi al lado de Sotogrande, lo que supondrá una excursión extra para los 300 invitados «súper vips», entre los que se encuentra Nati Abascal, que testificará con cara de circunstancias tal y como están el patio y los negocios de su descendencia. El complejo hotelero es realmente magnífico, hasta el extremo de estar casi amurallado. Los invitados llegarán en coche y no pasarán por el esperado photocall, que plasmaría sus atuendos.
Visto lo visto, la boda del próximo sábado no tendrá parangón con la ibicenca de hace dos años, en la que la protagonista era la primogénita y dulce Caritina. En aquella ocasión todo resultó a mano, aunque también achicharrante dadas las altas temperaturas de la isla. De hecho, los sudores propios del tiempo arruinaron más de un peinado. Fue un espectáculo inédito ver a tanto relumbrón chorreando. El enlace marcó época y desvió hacia la isla blanca la constancia marbellí de Carla Goyanes y su madre Cari Lapique.
Ahora, el inminente casorio despierta un «ay» decepcionante debido a las circunstancias limitadoras, que nos privan parcialmente de algo que imaginamos espectacular, brillante y vistoso. Parece que los padres del novio son poco dados al jaleo periodístico. Así que nos perderemos los alardes siempre exquisitos de Nati, la tierna belleza de Nuria González y los remarcadores ajustes de Maribel Yébenes, recién llegada de crucero por Córcega y Cerdeña. La medida genera cierto desencanto por lo mucho que se quiere a Carla. Ojalá la limitación no le pase factura, pero la Prensa está rebotada al no tener oportunidad de recoger momento tan idílico de una persona que tan bien se llevó siempre con los medios, una buena herencia que recibió de su madre, quien propició una entrañable relación llena de afecto correspondido. Eso sí, cabe esperar, o más bien desconfiar, de las cámaras particulares y de los móviles indiscretos de algún invitado. Sólo así se conocerá lo que ocurra de puertas para adentro. Como la tecnología ha avanzado tanto, seguro que registrará los mejores instantes del enlace y su fiesta. Al menos, nos queda eso.