Seychelles
De mina de cemento a orfanato para animales
Haller Park, un lugar idóneo para aprender de naturaleza
MOMBASA, KENIA- Cuando se entra en Haller Park, uno comienza a bajar escaleras en medio de una espesura de plantas y árboles. Cuesta creer que en los 70 nada de eso estaba allí, porque aunque ahora rezuma vida en cada centímetro de las más de 75 hectáreas de parque, este lugar solía ser una cantera, completamente estéril, de la cementera Portland, ahora en manos de la francesa Lafarge.
Empezaron poco a poco reforestando la zona y trayendo animales maltratados de distintas zonas de Kenia y de otros países. Ahora no sólo las especies han tenido descendencia, sino que algunas se han desplazado hasta allí voluntariamente. «Es el caso de los monos verdes; ahora viven más de una treintena en el parque», explica a LA RAZÓN Samson Mrengi, uno de los trabajadores del Haller Park, especializado en avicultura, aunque adora a todos los animales y los conoce a la perfección. Frente a una de las tortugas gigantes de las doce que pasean a sus anchas por el parque, Mrengi comienza a hacerle cosquillas por detrás de una de las patas. «Así se ponen de pie y se ve realmente lo grandes que son», explica. Las tortugas no son autóctonas sino que fueron rescatadas en Seychelles. «Llegan a durar 300 años; esta tiene unos 120, por lo que es todavía una adolescente», se ríe Mrengi.
Una de las grandes atracciones de este precioso lugar son las jirafas. Al principio sólo había dos, pero diez han nacido en cautividad y lo que es mejor, se les puede dar de comer. Todos los días, a las tres de las tarde, se acercan y aceptan el pienso que se les ofrece. Con sus lenguas de más de 40 centímetros llegan hasta las manos de los más tímidos.
Para los kenianos de la costa, es un lugar idóneo para conocer a los animales en profundidad sin tener que desplazarse a los safaris con precios más turísiticos. Tienen un reptilario con decenas de serpientes, tres zonas con cocodrilos de distintos tamaños a los que, desde mucho más lejos, también se les puede alimentar cada día a las 4:30 de la tarde.
En el parque, además de Owen hay tres hipopótamos. Mrengi grita a Sally para que salga del agua y se la pueda fotografiar. Sally responde con un grito parecido y después se zambulle. «Estará cinco minutos hasta que vuelva a coger aire», reconoce Mrengi. Este keniano está muy orgulloso de trabajar donde trabaja, «no sólo porque es el segundo parque más grande de África,sino porque es preciosa la labor que se ha hecho aquí para reconstruir el ecosistema».
La tortuga que crió a un hipopótamo
Haller Park se hizo conocido en el mundo por una de las historias más curiosas que nos ha dejado la naturaleza en los últimos tiempos. Una de las tortugas, Mzee, adoptó a un bebé hipopótamo, Owen, que había perdido a su familia en el tsunami que tuvo lugar en el año 2004. Se hicieron inseparables y dicha relación entre la tortuga de 130 años y el pequeño hipopótamo, que tenía muy pocos años de vida, atrajo a los medios y expertos en animales de todas las partes del planeta, llegando incluso a rodarse un documental sobre su curiosa relación.
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