Grupos
Perros sin olfato
Si fuese cierto que para las mujeres el perfume es una manera de expresarse, algunas amigas mías desde luego podrían recorrer el mundo sin necesidad de diccionario. Yo no digo que no hagan bien en renovar su aroma, pero no estaría de más que se fijasen de manera especial en uno que fuese su perfume distintivo, su marca de fábrica. Mi amiga M. cambia tanto de perfume a lo largo del día que su pobre perro es incapaz de seguirla por la calle. Por lo general emplea esencias discretas que sólo se perciben en las distancias cortas, pero a veces se pone aromas fuertes, intensos, penetrantes, que te avisan de su llegada aunque estés al otro lado de una puerta cerrada. Hay mujeres a las que puedes seguirles la pista por el olor del dinero que tocaron y por su decisiva influencia en la atmósfera de las tiendas que frecuentan. ¿Por qué se perfuman tanto las mujeres? ¿Qué persiguen con eso? ¿Temen acaso que las reconozcas por su distintivo olor corporal? ¿Por qué temen más al sudor que al miedo? En una cena con amigas pedí que alguien dispusiese un ventilador a mis espaldas porque el perfume de todas ellas le estaba cambiando el sabor a mi comida. Las chicas de las panaderías se ponen guantes para no cambiarle el sabor al pan e incluso en algunas floristerías la dependienta huele más a flores que las rosas que tiene a la venta. En una ocasión que quise comprar una orquídea, la verdad es que comparada con el delicado perfume de aquella muchacha cualquier flor resultaba de un olor ciertamente pobre. En algunos locales nocturnos el camarero perfuma las flores con un spray antes de abrir las puertas al público. Por lo visito hay gente que no soporta el olor real de las flores y prefiere que alguien se lo disimule. Yo no sé muy bien a qué se debe eso, pero probablemente es por la misma razón por las que si a veces comemos truchas de piscifactoría es pensando en su inconfundible sabor a pollo. Se ha extendido una alarmante aversión a los olores naturales y ahora los hombres huelen bien sin necesidad de haber abrazado a sus amantes. Es curioso que muchos hombres utilizan desodorantes de todo tipo e irónicamente sólo apestan al lavarse, que es cuando antes dejaban de oler mal los hombres. Su carácter dice menos de un hombre que sus emanaciones. Por eso cuando sale los domingos al quiosco, el perro no sigue a su dueño por el olor de su cuerpo, sino por la cabecera de su periódico.
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