Nueva York
Obama defiende ante el Congreso que la actuación en Libia no es una guerra
Desde el principio, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha sido muy cauto sobre su política en Libia. Siempre hizo hincapié en que la intervención de EE UU en esta nación jamás se podía considerar una guerra.
Tenía claro que debía evitar dar la sensación de que su Gobierno iba a marcar de nuevo el curso de un país árabe y se centró en hacer ver que la acción era de apoyo, para evitar tener que pedir autorización al Congreso y así sortear un posible acalorado debate político. Pero esta semana la Administración Obama ha tenido que defender la participación estadounidense en Libia con un informe de 32 páginas presentado al Congreso. De esta forma, el presidente responde a las protestas de los legisladores de ambos partidos políticos.
Sus críticos consideran que se ha extralimitado en su autoridad como comandante en jefe y que ha metido al país en una guerra sin autorización del Congreso. Ateniéndose al juego dialéctico e interpretativo de la Ley, los funcionarios de la Casa Blanca mantienen que «como Estados Unidos sólo apoya los bombardeos de la OTAN y las fuerzas estadounidenses no se han comprometido en una lucha prolongada, el presidente tiene el derecho constitucional para dirigir la misión como quiera».
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